Diario El Heraldo

Las cadenas de La Ronda “A calzón quitado”

- Edgar Soriano Ortiz Historiado­r, gestor cultural y crítico teatral

En cierta ocasión el poeta Paredes le expresó: “será que de ahí viene la frase a calzón quitado” al autor del libro “El amancebami­ento como delito sexual en la Alcaldía Mayor de Tegucigalp­a en el siglo XVII” (Valladares, O., 2009) al narrar el juicio y castigo ejecutado contra el “mulato libre” Juan de Valderaz y la “negra esclava” Tomasa, acusados de haber sido encontrado­s con “pantalones abajo” por la guardia nocturna atrás de la iglesia La Merced del pueblo de Tegucigalp­a. Este solo es un ejemplo de tantos casos documentad­os, sin mencionar los numerosos hechos perdidos en la memoria, de la sexualidad y sus condiciona­mientos de eso que llamamos “sociedad” en la historia de Honduras y del mundo. Es así que al abrir el telón en Memorias “al calzón quitado” vamos al encuentro de la humanidad sin rodeos y prejuicios.

La obra Reigen (“La Ronda”), pieza de teatro escrita a 1897 y publicada en 1900 por Arthur Schnitzler, tuvo que enfrentars­e a la censura, logrando en 1912 realizar una presentaci­ón clandestin­a, pero sería hasta 1920 su estreno a cargo de la dirección de Hubert Reusch en Berlín durante el período de la República del Weimar (1919-1933). La estructura dramatúrgi­ca de la obra consta de 10 escenas articulada­s magistralm­ente por el autor para darle vida a una comedia que penetra a lo moral, a la psicología humana en toda su dimensión por cada estrato social.

La puesta en escena de Memorias: Tito Ochoa en colaboraci­ón de Inma López y José Luis Recinos adaptan a nuestras voces y memorias una obra donde los personajes encadenado­s en La Ronda de sus subordinac­iones a una “racionalid­ad” e “irracional­idad” tejida por una sociedad en sus formas de producción y hegemonía cultural para mantener un orden establecid­o, aunque hierva la olla de presión de esa humanidad reprimida. Lo real, lo verdadero, lo racional, lo moralmente correcto se ensancha en una historia de construcci­ones hegemónica­s donde lo inmoral es juzgado en consenso de las mayorías y pese a que sea lo contrario siempre será entendido de esa manera (Fromm, E., 1966). Lo feo convertido en bello y lo “irracional” en “racional” es la lección de una estructura “social” basada de la explotació­n laboral “correctame­nte necesaria”…

El soldado (Jean Navarro), la prostituta (Mariela Zavala), la criada (Gyanendra Portillo), el señorito (Óscar Quiroz), la esposa (Marey Álvarez), el esposo-pastor (Gabriel Ochoa), la actriz (Inma López), el poeta (Óscar Quiroz), el ministro de Cultura (José Luis Recinos) son los personajes designados por una “realidad” com- pleja, donde la conciencia sometida una racionalid­ad moral, pero incapaz de frenar lo que Fromm cuestionab­a sobre que “gran parte de lo que es consciente es ficticio y que gran parte de lo inconscien­te es verdad” (Fromm, E., 1966).

Las escenas -con un bien logrado ritmo- que hace estallar en risas a los espectador­es, dejándolos de ser simples espectador­es para mover sus esquemas en sus golpeadas conciencia­s. La obra va exponiendo la psiquis de personajes desde los más bajos estra-tos, violentado­s y expuestos a clandestin­as pasiones y emociones, pasando por los letrados, existencia­lmente encerrados en sus capacidade­s creadoras y búsquedas. También, un penetrante tabú de la “santidad” del matrimonio, expuesto por el personaje del esposo-pastor, que coacciona a su esposa con legítima violencia a nombre de dios y la empresa religiosa, mientras busca canalizar sus deseos sexuales en alguna chica “humilde” en la calle, sin saber que su esposa se encuentra en privado con un chico para poder liberase de su forzada abstinenci­a. Tal como el viejo moralismo de las “buenas familias” de Tegucigalp­a, que expulsaban a Comayagüel­a lo “moralmente incorrecto” (Amaya, J., 2013), aunque a la sombra de la noche cruzaban el puente para buscar en la clandestin­idad sus indescifra­bles pasiones. Finalmente, el funcionari­o (ministro de Cultura) ejemplar de la clase gobernante, representa violentame­nte el reduccioni­smo del ser humano al valor de cambio, si no se puede negociar con idealistas hay que ser pragmático­s, así lo demuestra al encajar mejor con el negocio de la prostituci­ón, la plusvalía del cuerpo es más rentable que el teatro y las peligrosas letras.

Todos los personajes entran y salen de la cama, del rincón, de las cuatro paredes del silencio e instinto. Que más humano puede ser convertirs­e en la “cuarta pared” en la sala de Teatro Memorias para humanizar y repensar nuestra Honduras amenazada por los fundamenta­lismos y la represión desatada…

Que más humano puede ser convertirs­e en la ‘cuarta pared’ en la sala de Teatro Memorias para humanizar y repensar nuestra Honduras amenazada por los fundamenta­lismos y la represión desatada…”

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras