Diario El Heraldo

Países abren el Caribe para cazar a narcos Desde 1995 se inició el trabajo

Mediante un convenio de supresión del narcotráfi­co, los límites ya no existirán en alta mar y el aire

- TEGUCIGALP­A El Heraldo yony.bustillo@elheraldo.hn

La cacería de narcos está por comenzar en el Caribe... Los radares de Honduras detectan que una embarcació­n procedente desde Sudamérica navega de forma sospechosa por el espejo azul del inmenso Atlántico nacional.

De inmediato, las unidades especiales de la Fuerza Naval de Honduras (FNH) comienzan a definir las coordenada­s para determinar a cuántas millas náuticas se encuentra.

El barco que se supone transporta droga ya logró pasar sin problema las fronteras de Panamá, Costa Rica y Nicaragua, solo falta saltar por el puente de Honduras y Guatemala para llegar a México y entrar al gran mercado de Estados Unidos.

Utilizando el equipo adquirido por Honduras, comienza la persecució­n, identifica­ndo la embarcació­n a pocas millas para salir de la jurisdicci­ón nacional y entrar a aguas de Guatemala.

“Detenga la navegación”, ordenan los oficiales desde la corbeta General Francisco Morazán, pero el capitán de la embarcació­n sospechosa, que tiene bandera colombiana, acelera la marcha. La distancia se acorta en el mar hondureño y para poder detener el barco no queda otra opción que cruzar la frontera.

Las comunicaci­ones con los equipos navales especiales antidrogas de Guatemala se hacen al instante.

Los navales hondureños piden permiso para entrar a aguas extranjera­s, el permiso es concedido y la embarcació­n se logra intercepta­r gracias a que no se perdió de vista, al no haber límites fronterizo­s para operar. Esta es una narración

de las facultades que tendrán ahora los países que forman parte del Convenio sobre Cooperació­n para la Supresión del Tráfico Ilícito Marítimo y Aéreo de Estupefaci­entes y Sustancias Psicotrópi­cas en el Área del Caribe.

Este acuerdo multilater­al tiene como finalidad abrir

las fronteras del Caribe en el combate al narcotráfi­co, respetando la soberanía de cada Estado parte.

La Secretaría de Relaciones Exteriores informó a EL HERALDO que el convenio nació en noviembre de 1995, ante la creciente amenaza que representa­ba el tráfico de estupefaci­entes para Europa y en América. Owen Arthur, primer ministro de la isla de Barbados, instó a Reino Unido a aumentar su ayuda a los Estados del Caribe para el combate al tráfico de drogas.

Fue así que Reino Unido y otros país de Europa ordenaron hacer dos estudios sobre el problema y se llegó a conformar el convenio.

El acuerdo ejecutivo No. 29-DGTC fue firmado el 5 de diciembre del 2011 por las autoridade­s hondureñas y lo enviaron al Congreso Nacional para su ratificaci­ón.

No obstante, el documento de todos los Estados participan­tes fue firmado en San José, Costa Rica, el 10 de abril de 2003, en los idiomas inglés, francés y español. Los países son: Costa Rica, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, los Países Bajos de Europa y República Dominicana.

El convenio fue discutido y aprobado por el actual Congreso Nacional en febrero pasado y publicado en el diario oficial La Gaceta el 19 de mayo anterior.

Estrategia

La estrategia definida en el convenio es en base al derecho para lograr el convenio, debido a la fuerte actividad del narcotráfi­co.

internacio­nal del mar, respetando la libertad de navegación y sobrevuelo.

El acuerdo también respeta lo establecid­o en la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefaci­entes y Sustancias Psicotrópi­cas de 1988, incluyendo otros compromiso­s internacio­nales sobre seguridad marítima y área.

El decreto cuenta con dos artículos, pero el convenio lo componen 42 artículos que definen la estructura de quiénes participar­án en las operacione­s; asimismo, la identifica­ción de la autoridad, el respeto a la soberanía de cada Estado y la forma de operar.

En su artículo 1 define que los funcionari­os policiales, embarcacio­nes y aeronaves que harán las interdicci­ones deben estar debidament­e identifica­dos con los uniformes e insignias de cada país. Los objetivos del convenio están definidos en su segundo artículo y establecen que “las partes cooperarán, de la forma más extensa posible, en la lucha contra el tráfico ilícito por vía marítima y aérea en y sobre las aguas del área del Caribe, de acuerdo con los recursos policiales disponible­s que tengan”.

La principal misión es “ase-

gurar que las embarcacio­nes y aeronaves sospechosa­s sean detectadas, identifica­das y vigiladas continuame­nte”.

Al detener e intercepta­r la embarcació­n y encontrar pruebas de implicació­n en tráfico ilícito será retenida junto a la tripulació­n.

Luego serán las autoridade­s policiales y judiciales competente­s las que se ocupen de aplicar la ley, según correspond­a. En el artículo cuarto, del extenso convenio está plasmada la “facilitaci­ón de la cooperació­n” para abrir las fronteras. “Se insta a cada una de las partes a agilizar las autorizaci­ones para que las embarcacio­nes y aeronaves policiales que apoyen las operacione­s policiales y los funcionari­os policiales de las otras partes, entren en sus aguas, espacio aéreo, puertos y aeropuerto­s, para cumplir los objetivos del presente convenio”, establece el documento. Los países harán coordinaci­ones efectivas y promoverán el intercambi­o de efectivos policiales y expertos para el desarrollo de las operacione­s, que en el caso de Honduras son las fuerzas Aérea y Naval. Los agentes deberán estar entrenados para ejecutar operacione­s combinadas y el abordaje, registro y detención

de embarcacio­nes o interdicci­ón de las aeronaves.

Cada nación facilitará la coordinaci­ón efectiva entre sus autoridade­s de aviación civil y policiales para permitir una rápida verificaci­ón de las inscripcio­nes en el registro de las aeronaves y de los planes de vuelo.

La verificaci­ón de la nacionalid­ad de una aeronave o embarcació­n debe ser lo más inmediata posible o no exceder de cuatro horas. Cuando agentes policiales se encuentren dentro de las aguas o del territorio de otra parte, o bien, a bordo de una embarcació­n o aeronave policial de otro país, respetarán las leyes, las costumbres y las tradicione­s navales y aéreas de la jurisdicci­ón donde estén.

Mediante este convenio los países con fronteras en el Caribe facultan a sus operadores policiales y militares que luchan en contra de las drogas ilícitas a poder ir más allá de los límites, previo autorizaci­ón de la nación a la que entrarán

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