México tumba al campeón Alemania
Mundial de Rusia Hirving Lozano la embocó y el Tri bajó de las nubes al campeón. Es el primer gran batacazo del torneo
Juan Carlos Osorio ideó el plan perfecto que tuvo en Hirving Lozano a un ejecutante de lujo: cinco toques, baile a Mesut Ozil y sablazo mortal. Era el minuto 35 y México ponía de rodillas al último campeón mundial, cuyo piso de cerámica se resquebrajó en el debut.
El Tri, un equipo de manual que apostó por el esquema 4-2-3-1, sacó la goma de borrar para desvanecer la fortaleza de los Teutones, los irreconocibles panzers europeos que chocaron contra una piedra por la que pocos podrían haber apostado al gane. Fue 1 a 0. Fue el Tri. Fue el campeón de Concacaf.
Un gol de táctica pura
Elegido con pinza, en la libreta del colombiano Osorio cabía un solo nombre para acompañar a Javier el Chicharito Hernández. ¿Marco Fabián? ¿Carlos Vela? ¿Jesús Corona? ¿Javier Aquino? No. Ninguno. El Recreacionista se fijó en la gran temporada que tuvo el Chucky Lozano con el PSV holandés (fue campeón y anotó 17 goles en 29 juegos) y así armó una estructura capaz de sacar de quicio a los fríos alemanes.
Y Joachim Low no solo perdió el quicio. Su equipo no llegó a jugar al antiguo Estadio Central Lenin y Low se quedó con el molde hecho. Esta vez no funcionó el 4-4-1-1 y aunque tuvieron la pelota, hombres como Mesut Ozil, Thomas Muller, Toni Kroos, Sami Khedira y Julian Drexler no pudieron alimentar a Timo Werner, un lobo solitario perdido en la Antártida; perro hambriento, el equipo mexicano se supo meter rápido al partido. Javier Hernández fue el director de una orquesta que tenía en Miguel Layún a su mejor trompetista, en Héctor Herrera a su mejor violinista y en Jesús Gallardo al dueño del bombo. La música que tocaba el Tri gustaba a la exigente grada rusa y en 35 minutos se llegó al orgasmo generalizado (no por nada alguna vez JC Osorio dijo que “la sensación de ganar es comparable con el acto sexual”).
Héctor Moreno cortó un avance alemán y desplazó la pelota como a Juan Carlos Osorio más le gusta: a ras de pasto. Una triangulación entre Javier Hernández y Andrés Guardado supuso dejar al Chucky Lozano en la vecindad del Chavo del Ocho. Pasó de lejos Ozil y el derechazo del ex-Pachuca infló la red que mandó a los mexicanos al manicomio. México cantaba y no lloraba. Y Alemania moría lentamente