Diario El Heraldo

Disculpen mi castellano Los supercampe­ones

- Gabriela Castellano­s Abogada

¡Arrancó el partido!, la toca el jugador azul y se lleva el balón hasta el terreno enemigo, crea un amague y chutea con el compañero de la cuadrilla, que hace una finta con el objetivo de evitar la cárcel y así evadir la justicia con maestría; al mismo tiempo, se reacomodan las estrategia­s del juego, se la tira al número diez, el delantero la toca suavecito, pero sabe mover el balón con maña delictiva, la levanta al pecho de su compañero de camiseta roja, que se hace una zambullida a fin de alcanzarla con la mano; el árbitro hace como que no mira el partido y sigue su marcha, los Azules de camiseta roja reclaman, “no hay justicia, no más impunidad”, la bola está en el aire, los Azules la llevan con la mano, nadie dice nada; el pueblo en las graderías calla, no tiene argumentos cómo reclamar al árbitro que se hace el ruso y se mueve al compás de la sombra voladora de la impunidad, que le da el pito para que sople en el área inmensa de los negocios.

El gran capitán llegó y hace la culebrita macheteada, lanza un gol, reclama la oposición; sin embargo, le hacen un sombrerito al líder del Atlético Alianza, nadie le hace caso; por un lado, los Azules entran al área chica y hacen barrida con el tesoro nacional, nadie ve, esquivan al portero y lanzan al aire el esférico, saltan, y ¡gol!, señores, lo que está pasando, en este partido, no lo podemos creer; por otra parte, el país reclama ese robo, el arbitrario dice que fue la mano de Dios.

El gol se valida, Honduras pierde. Pero, el partido no se detiene por cuatro revoltosos, los Azules celebran y los Rojos con camisetas azules también aplauden el golazo compartido en la cancha contra el Estado. ¡Atención!, hay un cambio en el conjunto Roji-Azul; la afición baja los santos para que no metan gol al pueblo, y efectivame­nte entra el líder Chele y mete mano descaradam­ente y se sale a calentar la bancada, violando el reglamento totalmente como si nada, el encuentro continúa.

La afición queda tendida en las gradas, por la falta grave del robo desvergonc­ocina, zado del partido; la gente reclama hay penal, pese a todo, el penal no es válido teniendo en cuenta que no es del equipo, dicen, los Roji-Azules mientras se acomodan el balón en el pecho ufanados de la impunidad. Los jueces de la línea de investigac­ión se asombran y notan que los públicos observador­es de otros países quedan asustados. Entran los socorrista­s al campo de juego, piden una camilla, esas se las robaron del seguro, gritan los aficionado­s indignados. El árbitro se lleva la mano a la camisa, la gente queda en suspenso, con lo cual le va a sacar la tarjeta roja a la escuadra Azul; no, señores, lo que sacó es la tarjeta cachureca.

Se reinicia el partido, un diputado va patada y mordida; mete la pelota por la la miserable cocina hondureña que se queda sin comida por la corrupción. Ataca la defensa del Ministerio les hacen la pasada del tonto, el del Seguro domina la bola y se hace una chilena… ¡Gol!, el partido no se acaba, ni con sorpresas de goles tempranero­s que, como una caja de Pandora, saltan en las canchas de la corrupción y la injusticia. En síntesis, los ganadores están de fiesta. Nunca antes un equipo tiranizó la liga hondureña como lo han hecho los supercampe­ones en la temporada, y la historia sigue. Este partido todavía no termina y cada momento se pone mejor debido a sus jugadores ya que hacen todo lo posible de ser más sin vergüenzas, más caradura con el objetivo de hacer maraña en el partido para no perder

El gran capitán llegó y hace la culebrita macheteada, lanza un gol, reclama la oposición; sin embargo, le hacen un sombrerito al líder del Atlético Alianza, nadie le hace caso...”.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras