Otra entrega
E n 1983 Gustavo Álvarez, jefe de Fuerzas Armadas, fue llamado al Congreso para explicar por qué había concertado el ingreso de tropas salvadoreñas a Honduras, para entrenarlas en el novel centro de formación castrense CREM, si ese mismo cuerpo militar había invadido a Honduras 14 años antes, en 1969. Álvarez se deshizo en retóricas; explicó que los guanacos eran solo estudiantes (eran en realidad soldados de contrainsurgencia, torturadores y asesinos de la Guardia Nacional) y que el convenio celebrado con EUA y el hasta entonces enemigo país, El Salvador, con el que solo se firmó la paz en 1980, se amparaba en un viejo acuerdo de 1954 que permitía el ingreso de huestes extranjeras a Honduras sin ratificación previa del ente legislativo, opuesto a lo que exigía la Constitución. Obviamente una farsa, manipulación que los diputados tragaron cual ostia sacra, tales los miedos que les enfriaban el alma ante el entonces jefe de estado mayor y, obvia e históricamente, servidor del Pentágono.
Ha ocurrido otra vez. EL HERALDO informa en su edición del lunes once que el gobierno actual ha suscrito el Convenio sobre Cooperación para Supresión del Narcotráfico Ilícito Marítimo y Aéreo de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas en el Área del Caribe, nombre que por largo oculta, opinamos, una nueva entrega de poder local y que despierta interesantes preguntas dirigidas a salvaguardar la soberanía patria.
Entre ellas, ejemplo, ¿por qué tanta obsesión para contener la oferta latinoamericana de droga hacia EUA pero sin hacer nada por controlar a los treinta millones de narcoadictos, ¡30,000,000!, que integran la viciosa demanda en su propio país y en el que nunca, o escasa vez, capturan traficantes?
Si el Art. 4 del citado convenio autoriza la “facilitación de cooperación para abrir las fronteras” y que naves extrañas entren en “aguas, espacio aéreo, puertos y aeropuertos” nacionales, ¿es correspondiente el acuerdo…? ¿Pueden fuerzas armadas y navales hondureñas ingresar de semejante modo a territorio norteamericano?... Ah, ajá, por allí va el intríngulis, pues de lo que se trata es de que cedamos libertades y abramos los brazos para legitimar cualquier intervención política futura, que posteriormente se materializará en bases militares falsamente “temporales”, desde luego. Especifica además el legal mamotreto que: “los agentes externos respetarán leyes, costumbres y tradiciones” del país anfitrión… ¿Pero, es que se olvidó ya que bajo similar pretexto agentes de DEA ametrallaron a navegantes de La Mosquitia en 2012, sin que al presente se solicite su extradición para juzgarlos, lo que tampoco se puede ya que el gobierno nacional renunció a su soberanía de justicia y perdonó anticipadamente todo delito causado por norteamericanos…? Charadas del poder del imperio es lo que trae este vulgar pacto de sujeción.
Vale interrogar ¿cuántos países suscribieron ya el convenio? La nota se limita a reproducir, absolutamente acrítica, las aseveraciones gubernativas, lo que es lamentable pues va en juego mucho más que una llana información ya que se relaciona gravemente con el sentido de libertad ciudadana. Al fin de esta dolorosa marcha de entreguismo acabaremos aceptando que los presidentes norteamericanos escojan a nuestros mandatarios y diputados.
El gobierno que nos desgobierna está secuestrado. A cambio de que le validaran el fraude ––supervisado en el TSE por la encargada de la embajada, ya sabes cuál–– se somete a cuanto el norte solicita y ordena. Otro deterioro, nueva vergüenza, cívica traición. Cuando estallen las iras ni siquiera interrogaremos por qué
...el gobierno actual ha suscrito el Convenio sobre Cooperación para Supresión del Narcotráfico Ilícito Marítimo y Aéreo de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas en el Área del Caribe, nombre que por largo oculta, opinamos, una nueva entrega de poder local y que despierta interesantes preguntas dirigidas a salvaguardar la soberanía patria”.