Debuta en Rusia y se come tres
A la Marea Roja le dieron la bienvenida a los mundiales con un inapelable marcador. Enormes las distancias. Mertens abrió la llave y Lukaku hizo dos. Román Torres lloró al cantar el himno
Era la lucha de David contra Goliat. Y esta vez David no pudo contra Goliat...
Porque el David que llegó al Estadio Fisht tuvo mucho miedo de coger la onda y lanzar la piedra. Y porque el Goliat agarró su lanza e hirió de muerte a su enemigo. Panamá debutó en mundiales adultos con un amargo 0-3 ante Bélgica, el equipo de Roberto Tito Martínez que construyó una victoria sentado en el banco de la paciencia.
Fueron, eso sí, los 90 minutos que más esperó el panameño común, el hincha que lo deja todo por la Marea Roja. Pero fueron, eso sí, los 90 minutos que más nervioso se le vio al cuadro de Hernán el Bolillo Gómez, águila harpía en la Concacaf... pequeña ardilla en el teatro mundial que no fue capaz de hacerle cosquillas al gallo belga que, aún así, no pudo demostrar al cien por ciento la calidad que pregona en la UEFA; le bastó un chispazo de Dries Mertens y dos garras afiladas de Romelu Lukaku para silenciar a los bullangueros
fanáticos de los Canaleros.
Por eso vale lo que vale...
Después del emocionante gesto de Román Torres (el Mazinger lloró al cantar el himno panameño), el escenario se iluminó en los segundos 45 minutos para el Diablo Rojo, que azotó con su tridente infernal: Mertens, Hazard y Lukaku. ¡Cómo lo sufrió el equipo centroamericano! Jaime Penedo se fue convirtiendo en un héroe anónimo, hasta que dejó el paraguas en casa y se mojó de pies a cabeza.
Los goles fueron cayendo como manzanas maduras. Y Jaime Penedo fue víctima de la historia. Y de los belgas: al 47 abrió la lata Mertens (un golazo, no dejó que la pelota reposara en el piso) y lo de Lukaku fue como para exprimir la naranja al máximo: al 69 definió de cabeza y al 75 la rompió con una definición de sexto año, de esas que se ven poco en Concacaf.
“Mi madre siempre me daba lo mismo: leche y pan”, recuerda Romelu Lukaku. “No éramos pobres, estábamos arruinados”, confesó el astro belga. Pero la pelota le cambió la vida. La pelota le dio la chance que en la pobreza se estaba extinguiendo. Y ayer le dio la bienvenida al más pobre de los cuadros del Mundial... Lukaku fue el Goliat que despachó a David