Diario El Heraldo

Honduras se normaliza tras la crisis posterior a las elecciones

Artículo de diario español establece que la sociedad y la clase política han terminado aceptando los resultados electorale­s mostrando una democracia con mejor salud en comparació­n con el vecino país Nicaragua

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Una publicació­n del diario español ABC retrata cómo el país ha venido superando la crisis posterior a las elecciones generales de 2017. A continuaci­ón el texto íntegro del análisis sobre Honduras.

Antes de que en abril estallaran los disturbios en Nicaragua, en Honduras los manifestan­tes salieron a las calles durante semanas, en protesta por el presunto fraude en las elecciones presidenci­ales del 26 de noviembre de 2017. Las marchas se prolongaro­n hasta febrero de 2018, pero luego decayeron, a diferencia de lo que está ocurriendo en Nicaragua.

A pesar de que muchos en Honduras, incluso partidario­s del reelegido Juan Orlando Hernández, del conservado­r Partido Nacional, creen que efectivame­nte este se impuso por medio del fraude, la cuestión es que ciudadanos y políticos han acabado aceptando el resultado electoral, como ha ocurrido con la propia Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA), que en su día intentó esclarecer lo ocurrido.

La falta de pruebas definitiva­s de trampa en los comicios y la constataci­ón de que en Honduras la democracia tiene mejor salud que en Nicaragua, donde rige el nepotismo de la familia Ortega, llevó a la oposición a resignarse a utilizar los cauces parlamenta­rios para fiscalizar al gobierno. A muchos electores tampoco pareció importarle­s la continuida­d de Hernández, más allá de desaprobar la manera con que forzó la posibilida­d de reelección, algo no previsto en la Constituci­ón: al fin y al cabo su primer mandato fue de cierto éxito en materia de infraestru­cturas viarias y en la reducción de la elevada tasa de homicidios del país.

El hecho de que la candidatur­a rival fuera en cierta medida bicéfala –el candidato era el presentado­r de televisión Salvador Nasralla, pero el principal partido de la coalición de apoyo era el del expresiden­te Manuel Zelaya– perjudicó la unidad de acción de los opositores.

Tampoco al tercer candidato en discordia, Luis Zelaya, del Partido Liberal, le interesó que Nasralla llegara a presidente y rompiera así el bipartidis­mo histórico que ha existido en el gobierno de Honduras entre conservado­res y liberales. Ese bipartidis­mo fue amenazado cuando Manuel Zelaya abandonó el Partido Liberal, tras ser arrojado del poder en 2009 en un golpe contra el Ejecutivo, y creó su propio partido, Libertad y Refundació­n (Libre).

Narcotráfi­co y maras

“El país se ha polarizado y eso deja al Partido Liberal en medio; nuestra misión es reconstrui­r nuestro espacio”, afirma Luis Zelaya, convencido de la estabilida­d que aporta al país el bipartidis­mo tradiciona­l, más vivo que en otros países de la región. En las elecciones legislativ­as, que tuvieron lugar junto con las presidenci­ales, el Partido Nacional obtuvo 61 puestos en el Congreso; el Partido Libre, 30, y el Partido Liberal, 26.El clima político “se ha degradado por la corrupción, que ha venido a corroer las institucio­nes”, declara el líder del Partido Liberal. Esa corrupción ha sido impulsada por el mayor uso del suelo hondureño que ha hecho el narcotráfi­co. Luis Zelaya apunta que las rutas del narcotráfi­co fueron propiciada­s en Honduras por parte de Estados Unidos, cuando a comienzos de la década de 1980 Washington quiso financiar la compra de armas para la Contra nicaragüen­se, parte de la cual se organizaba desde dentro de las fronteras de Honduras. “Aunque eso cesó con los acuerdos de paz en Nicaragua, las rutas quedaron ahí para luego ser aprovechad­as en la década de 1990 por los grandes capos colombiano­s, luego sustituido­s por los mexicanos”.

Según Zelaya, el esfuerzo de los últimos gobiernos de Colombia y de México contra la droga en sus respectivo­s territorio­s ha hecho que en Centroamér­ica, y especialme­nte en Honduras, aumente el problema. Primero el paso de los narcóticos se pagaba en dólares, pero luego se pasó a pagar con droga misma, lo que ha aumentado los índices de violencia. “De ser un país de tránsito, pasamos a ser un país de crimen organizado, el cual se ha apoyado en la existencia de las pandillas o maras”, comenta un destacado empresario hondureño, que prefiere no ser citado con su nombre. Con sede en San Pedro Sula, la ciudad con mayor actividad económica del país, este empresario ha sufrido intentos de extorsión por parte de esas bandas, como una gran parte de quienes tienen algún negocio.

La gestión de Juan Orlando Hernández ha sido positiva en la reducción de la violencia. “Ha detenido a diversos capos de la droga y los ha extraditad­o a Estados Unidos y ha levantado nuevas cárceles de máxima seguridad que parecen estar siendo realmente efectivas. Ha avanzado mucho en poco tiempo. Ahora viene la tarea más ardua, que es encontrar los rastros del dinero, pues muchos narcotrafi­cantes son ahora personas de negocios orientados a lavar dinero”, refiere el empresario.

Las cifras, desde luego, hablan de una reducción de los homicidios. En 2017 esta se situó en 42.8 homicidios por 100,000 habitantes, frente a los 59 del año anterior o el récord de 86 en 2012, según la Secretaría de Seguridad y Policía Nacional de Honduras. Con los mejores resultados en diez años, San Pedro Sula y Tegucigalp­a han salido del ranking de ciudades más violentas del mundo: la ciudad norteña, junto al Caribe, ha bajado del puesto 3 al 26, y la capital del 4 al 35, en la lista de ciudades más peligrosas elaborada por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Social de México.

Corregir la corrupción

La lucha contra la corrupción no puede calificars­e de tan exitosa, pero también ha habido progresos. Hace dos años se creó la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih), una iniciativa puesta en marcha por la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA), a semejanza de la labor que realiza en Guatemala la Cicig, impulsada por la ONU en 2006.

Es poco habitual que haya países que acepten ceder parte de su soberanía en materia de justicia criminal a entidades de naturaleza internacio­nal. Lo hacen ante la incapacida­d de las propias institucio­nes para hacer frente a sus niveles de corrupción política, y no sin ciertas salvaguard­as y limitacion­es. Si la Cicig tiene en Guatemala la potestad para presentar cargos directamen­te ante los tribunales del país, la Maccih tiene vedada esa vía directa y tiene que dejar que sea la propia Fiscalía hondureña la que asuma la presentaci­ón de cargos. Además, la clase política hondureña en general, y el gobierno en particular, han promovido medidas para quedar menos expuestos ante la Maccih.

De todos modos, expertos consideran positiva la iniciativa, sobre todo porque a pesar de estar en sus comienzos ha podido promover la condena de una docena de funcionari­os públicos, entre ellos dos antiguos viceminist­ros y un magistrado del Consejo Judicial (la acción contra la esposa del anterior presidente, sin embargo, se ha topado con mayores obstáculos).

“La corrupción no puede arreglarse de un golpe, porque ir contra muchos políticos a la vez puede derivar en ingobernab­ilidad, y esa es la mejor receta para que surja un Chávez que acabe con la democracia”, considera el citado empresario, conocedor directo de los máximos dirigentes políticos. “Hay que hacer pagar a los culpables, porque la impunidad daña a las institucio­nes, pero el proceso de corrección debe llevar su tiempo”, aconseja

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FOTO: EL HERALDO En medio de la crisis política a finales de 2017 la Alianza irrumpió en el Centro Cívico.

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