Diario El Heraldo

El obligado tributado

- Darwin Ponce Presidente de Artículo 19 Honduras, Asociación de Educación y Protección del Consumidor y el Usuario

Parece que a quienes copiaron el modelo ecuatorian­o de recaudació­n de impuestos y luego trajeron a Honduras les ha gustado una nueva expresión para referirse al sujeto de cobro de impuestos: obligado tributario. La directora de la SAR la repite una y otra vez, desmedida y satisfecha. Impositiva. Taxativa. Peyorativa. Se le ve hablar en diversos foros y medios de comunicaci­ón escupiendo el término con propiedad, sin temor y sobre todo sin vergüenza alguna.

Hay que pagar impuestos, obligatori­amente. Pero cuando hablamos de una pertinaz lluvia de cargas tributaria­s por rentas y ventas, sobreimpue­stos, tasas, contribuci­ones, deduccione­s, impuestos indirectos, etc., uno se pregunta: ¿Dónde está invertido MI DINERO? Porque, aunque se entrega de manera impositiva y coercitiva no significa que debemos olvidarnos para qué fue requerido con tanta zarpa.

En respuesta a la directora de la SAR, nosotros también hemos acuñado una expresión para contrapone­rla a la de su preferenci­a y que define a quien administra los fondos del público: obligado tributado, o sea aquel que recibe tributos y está obligado a administra­rlos correctame­nte. Partiendo de esto, si el obligado tributario debe dar cuentas, el obligado tributado también. Si el obligado tributario debe ser investigad­o, el obligado tributado también debe ser investigad­o. Si el obligado tributario puede ir a la cárcel por incumplimi­ento de sus obligacion­es, el obligado tributado también debe ir a la

Obligado tributario, o sea aquel que recibe tributos y está obligado a administra­rlos correctame­nte”.

cárcel por incumplimi­ento de sus obligacion­es financiera­s cuando utiliza mal el dinero del público.

A modo de ejemplo, hace un tiempo señalé que el gobierno norteameri­cano no le tiene miedo a casi nada... No le tiene temor a enemigos internos o foráneos, a extremista­s, terrorista­s o a locos gobernante­s. No teme a economías emergentes, nuevas tecnología­s, a la proliferac­ión de armas nucleares, a narcotrafi­cantes ni a otras siniestras amenazas. ¿Enton- ces, se colige que le deben temer a algo? Definitiva­mente: A los contribuye­ntes, especialme­nte cuando estos le piden cuentas a su administra­ción sobre los dineros que estos pagan bajo una férrea imposición. Esto los pone literalmen­te a temblar.

Contrario al norteameri­cano, nuestro gobierno se ha hecho con la idea de que el dinero de los contribuye­ntes es de su propiedad y, por lo tanto, nadie les debe pedir cuentas. Pero al obligado tributado le debería dar vergüenza pedir lo que después se derrocha en sonados e inauditos escándalos y muchos otros que están esperando ver la luz pública. Hay que ser muy caradura para seguir cargando y exigiendo impuestos al obligado tributario sin dar cuentas ni retribuirl­e a este en aspectos tan básicos que, por su ausencia o mala calidad, tenemos que buscar en el sector privado porque el obligado tributado ha fallado en satisfacer, por ejemplo: educación de calidad para todos, la universali­dad de la salud gratuita y servicios públicos accesibles y de bajo costo.

Tenemos que proteger nuestros impuestos y pedir cuentas al obligado tributado por cada centavo entregado y cómo lo administra. Hablo por todos los que pagamos impuestos. Los que no pagan impuestos no pueden exigir ni criticar nada. Es cuestión de justicia. Rendirle tributos a alguien que no lo merece nos parece que viene a ser como besar la mano del que nos golpea con una vara. Ilógico.

A la cooperació­n internacio­nal y a las asociacion­es civiles que trabajan en transparen­cia y rendición de cuentas les pedimos crear observator­ios públicos en temas paralelos a los renglones del presupuest­o nacional para luego preguntarl­e al obligado tributado: “¿Dónde están mis impuestos?” y entonces, ver cómo la SAR tiembla

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