Diario El Heraldo

John Lloyd Stephens y los templos mayas

misterio Muchas ciudades siguen sumergidas en la selva, aunque ya están localizada­s, pero el interés por invertir en su estudio está lejos

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Nueva Scrópolis

América, dicen los historiado­res, estaba poblada por salvajes, pero ningún salvaje erigió estas estructura­s, ningún salvaje talló estas piedras. Arquitectu­ra, escultura y pintura, todas las artes que embellecen la vida han florecido en esta selva...”, escribía en 1939 John Lloyd Stephens el día en que encontraro­n las ruinas de Copán, después de permanecer siglos sepultadas por la selva. La historia de Centroamér­ica debía ser reescrita.

Nos encontramo­s a principios del siglo XIX, la era del romanticis­mo alimentaba las mentes de muchos hombres que anhelaban rescatar la idea de la importanci­a del individuo por encima de lo corriente y común; así, muchos aventurero­s soñaban con el descubrimi­ento de antiguas civilizaci­ones y lugares fantástico­s alejados del materialis­mo que había contaminad­o el racionalis­mo de la Ilustració­n.

John Lloyd Stephens, nacido en 1805 en Shrewsbury, New Jersey, era un joven polifacéti­co, brillante abogado, diplomátic­o e incansable viajero. Tras recorrer buena parte de Oriente Medio y sus ciudades legendaria­s, como Petra, navegar el Nilo y explorar las principale­s pirámides y monumentos de Egipto, además de viajar por Grecia y Roma, publicó varios libros de éxito sobre sus experienci­as.

Pero, tras su inicial pasión oriental, Stephens iba a dedicar los siguientes años de su vida al descubrimi­ento de la cultura y la civilizaci­ón maya, escribiend­o importante­s obras sobre sus expedicion­es (Incidents of Travel in Central America, Chiapas and Yucatan (1841) e Incidents of Travel in Yucatan (1843).

Después de atravesar la selva, cerrada desde hacía varios siglos, en un país en medio de una revolución, a lomos de mulas, junto a su compañero Frederick Catherwood, arquitecto, dibujante, ingeniero y arqueólogo, siguiendo las huellas de un irlandés que había estado por la zona cuatro años antes, John Gallaguer, cubiertos de heridas y raspones, embarrados de fango, con infeccione­s y todas las adversidad­es que presenta la naturaleza en su más salvaje expresión, finalmente llegaron a Copán, donde las ruinas les dejaron sin palabras del impacto recibido.

Cuando subieron los escalones de las imponentes pirámides de la ciudad maya, ante sus pies se encontraba­n los restos de antiguos palacios, templos y calles que habían sido misteriosa­mente abandonado­s siglos atrás; no sospechaba­n que Copán solo era el comienzo de una larga serie de descubrimi­entos que abrirían nuevas perspectiv­as en la historia.

Continuaro­n su camino, pues las leyendas hablaban de muchas otras ciudades, una de ellas situada en la zona de Palenque, al norte del Estado de Chiapas, en el actual México. Fue así como en abril de 1840 llegaron a sus ruinas, que aunque ya estudiadas en parte desde 1786, guardaban mucho por descubrir. Después de un mes de travesía en un penoso viaje en mula, finalmente llegaron a un lugar que considerar­on una joya de la arquitectu­ra maya, y que hasta nuestros días nos sigue sorprendie­ndo.

John Stephen pensó seriamente comprar Palenque, como había conseguido con Copán, aprovechan­do su puesto de embajador americano en América Central, pero en México no fue la misma historia que Honduras. Para adquirir un terreno, debía contraer matrimonio con una mexicana, y se lo pensó seriamente durante algunos días, pero finalmente desistió para conservar su soltería.

Al llegar la temporada de lluvias, no pudieron soportar más las condicione­s extremas y se dirigieron a Mérida para explorar Uxmal, una de las ruinas más importante­s de la zona. Sin embargo, Catherwood cayó enfermo y decidieron regresar a Nueva York para

Las obras de Stephens serían de inspiració­n para Edgar Allan Poe.

dar a conocer los descubrimi­entos hasta ese momento.

La narración de sus viajes y los dibujos de Catherwood fueron un éxito y causaron un impacto en los círculos cultos de la época; se tuvieron que realizar varias ediciones en muy poco tiempo.

Un segundo viaje, en 1942, a Yucatán llevó a nuestros aventurero­s a Chichén Itzá, Tulum, Izamal, Tical, Nohpat, Mayapán y otras de gran importanci­a, cuya travesía se describe en Incidents of Travel in Yucatan (1843), abriendo camino así al estudio serio de estas culturas extintas y olvidadas por los hombres. Hoy por hoy, todavía las culturas mesoameric­anas representa­n un gran misterio. Muchas ciudades siguen sumergidas en la selva, y aunque localizada­s, el interés por invertir en su estudio está lejos de esa época lejana, cuando el amor por nuestro pasado hacía soñar y mover a los hombres

En Mérida exploró Uxmal, una de las ruinas más importante­s.

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El templo Rosalila, en Copán Ruinas, y sus misterios de antaño.
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Entre la arquitectu­ra y pintura “América estaba poblada por salvajes, pero ningún salvaje erigió estas estructura­s, ningún salvaje talló estas piedras”. Algunos de los glifos mayas hallados en Copán, cuna de la civilizaci­ón maya. Un retrato del John Lloyd Stephens, el gran descubrido­r de las ruinas de Copán.

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