Diario El Heraldo

¿será capaz de cambiar México?

HistóricaM­anuel López Obrador tendrá que hacer frente a una corrupción galopante que gangrena toda la institucio­nalidad y paraliza la administra­ción mexicana desde hace lustros

- Ricardo Angoso AMLO tendrá que hacer frente al desafío de la inmigració­n ilegal.

Con una diferencia entre EE UU y México de seis a uno en sus respectiva­s rentas per cápita, en favor del poderoso del norte, nada induce a pensar que la migración se va a detener

El próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, más conocido como AMLO, tendrá encima de la mesa cuando llegue al poder una agenda repleta de graves y acuciantes problemas que resolver. Aunque hay muchas incógnitas acerca del comportami­ento político del próximo inquilino de la residencia oficial del presidente de México, Los Pinos, el mensaje inicial del nuevo mandatario ha sido tranquiliz­ador, tanto en clave interna, en clara referencia a los mercados, y externa, en relación con Estados Unidos y el imprevisib­le inquilino de la Casa Blanca, el presidente Donald Trump.

Pese a todos, los desafíos que encontrará AMLO son inmensos. En primer lugar, el nuevo presidente tendrá que hacer frente a una corrupción galopante que gangrena a toda la institucio­nalidad mexicana y que paraliza a la administra­ción mexicana desde hace lustros. Para que el país pueda funcionar, el Estado debe resolver los problemas de los ciudadanos y que se genere un clima de confiancar­teles za que posibilite bienestar y prosperida­d para todos. El nuevo presidente tendrá que poner coto a esta herencia “cultural” y tomar medidas ágiles y eficaces para acabar con este flagelo, que devora algo más del 5% del PIB del país y convierte a México en su proyección exterior en un país poco creíble para los inversioni­stas extranjero­s.

Algo más que mano dura y castigos ejemplariz­antes necesitará el nuevo presidente para poner al país rumbo a la modernidad, desterrand­o para siempre las malas prácticas habituales en la política y la administra­ción mexicanas. O AMLO y, por ende México, acaba con la corrupción o la corrupción acabará con México. Y segurament­e también con AMLO en el largo plazo.

La economía debería ser la segunda prioridad del nuevo inquilino de Los Pinos. Con un crecimient­o de apenas algo más del 2%, un desempleo estancado desde hace meses y una economía informal que podría rondar el 60%, el presidente tendrá que esforzarse en dar confianza a los mercados para que la inversión crezca y se generen más empleos. Pero también tendrá que mandar un mensaje inequívoco al exterior, en el sentido de que no hará las boutades perpetrada­s por los gobiernos populistas de la región, como Venezuela por poner un ejemplo cercano. AMLO debe cuidar la libre empresa y facilitar el establecim­iento de una economía de mercado libre, funcional, competitiv­a y sin intervenci­onismos estatales de corte populista que podrían minar la ya de por sí maltrecha imagen de México en la escena internacio­nal. Esperemos que AMLO se comporte con un estilo más parecido al de los socialista­s chilenos, importando el modelo Bachelet para su país, que al de los cuadrilla de mafiosos, narcotrafi­cantes y saqueadore­s que gobiernan en Caracas.

En tercer lugar, pero no menos importante que los dos aspectos anteriores, el presidente debe de centrar su agenda en los asuntos relativos a la seguridad y al auge de la criminalid­ad en el país. No es un asunto baladí ni secundario, desde luego, toda vez que México ya tiene unas cifras alarmantes de homicidios y que el país se reparte como una tarta entre los numerosos

y organizaci­ones criminales que trafican con drogas y personas, principalm­ente. El año pasado hubo 30 mil homicidios en México y 12 de las ciudades mexicanas se encuentran entre las 50 más peligrosas del mundo. El modelo de militariza­ción del país empleado por las anteriores administra­ciones para luchar contra el narcotráfi­co y el crimen organizado ha fracasado. Y harán falta nuevas estrategia­s y fórmulas para poner fin a este problema de primer orden en la agenda nacional del nuevo líder al frente de este país de casi dos millones de kilómetros cuadrados y 125 millones de habitantes.

Por último, aunque la

lista de cuestiones sería interminab­le, AMLO tendrá que resolver los contencios­os pendientes con sus vecinos, pero principalm­ente con Estados Unidos, que no ha ocultado en los últimos tiempos su animosidad hacia su vecino del sur, y también con los países de América Central, que siguen “exportando” hacia Mexico drogas, inmigració­n ilegal e incluso armas. Las negociacio­nes sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) siguen pendientes y Estados Unidos ya ha anunciado su intención de retirarse del mismo, aunque tanto Canadá como México ya expresaron su intención de continuar en el acuerdo comercial incluso sin la presencia norteameri­cana. Washington puede cambiar de opinión, pero con Trump al frente del país cualquier escenario se podría dar. El TLCAN, que también buenos resultados ha dado pese a lo que diga Trump, es el mejor camino; la integració­n regional es la única alternativ­a para México.

Luego está el asunto del famoso “muro” fronterizo entre los dos países que Trump amenaza con construir y que pretende que México pague, algo bastante improbable y que ya AMLO anunció que no lo haría, como había hecho su predecesor, Enrique Peña Nieto.

AMLO tiene ante sí una apretada y compleja agenda pero, al menos, cuenta con un amplio apoyo político -el voto de más de 32 millones de mexicanos, un hito históricoy los anhelos de cambio de un país cansado de esperar en la cola de la historia una oportunida­d de cambio

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tiene ante sí una apretada y compleja agenda, pero, al menos, cuenta con un amplio apoyo político.
Andrés Manuel López tiene ante sí una apretada y compleja agenda, pero, al menos, cuenta con un amplio apoyo político.

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