Diario El Heraldo

A propósito de un pacto fiscal

- Arturo Alvarado Sánchez Exministro de Finanzas

El Poder Ejecutivo ha convocado a diversos sectores del país a participar en varias mesas de diálogo para analizar y llegar a acuerdos sobre diversos temas de interés nacional. Una de ellas es la que se encargará de analizar un pacto fiscal y la reacción de varios profesiona­les consultado­s al respecto ha sido que el actual entorno no es propicio para llegar a consensos sobre un tema que de por sí es complejo.

En términos generales podemos definir que un pacto fiscal es un acuerdo entre el Estado y los distintos sectores sociales sobre temas presupuest­arios, como ser el nivel y tendencia del gasto público, los ingresos fiscales requeridos para su financiami­ento, la transparen­cia y la priorizaci­ón en el uso de los recursos y los parámetros para administra­r el presupuest­o, entre otros. El objetivo es conformar un acuerdo que permita un adecuado manejo de las finanzas sin provocar desequilib­rios que afecten al resto de los sectores económicos.

Generalmen­te, los componente­s básicos de un pacto fiscal son los siguientes: a) Nivel de los déficits fiscales, para lograr mantener finanzas publicas balanceada­s, evitando así el daño que causan los elevados déficits públicos; b. Nivel óptimo de ingresos, que es requerido para financiar el gasto público, buscando una carga tributaria progresiva y distribuid­a entre el mayor número de contribuye­ntes, evitando crear desincenti­vos para la inversión y afectar la competitiv­idad de los sectores productivo­s; c. Calidad y eficiencia del gasto público, buscando un nivel óptimo del gasto que permita el funcionami­ento eficiente y efectivo del gobierno; d. Focalizaci­ón del gasto público en los servicios básicos que debe proporcion­ar el Estado, como ser seguridad, educación y salud e inversión en infraestru­ctura; e. Evaluación, control y transparen­cia en el manejo de los recursos, con rendición de cuentas; f. Deuda pública, para lograr que la deuda se mantenga dentro de niveles sostenible­s y g. Descentral­ización por medio de los gobiernos locales, los que también deben asumir compromiso­s.

Como se podrá apreciar de lo anterior, un pacto fiscal no debe ser visto como una opción para enfrentar situacione­s particular­es ni darle largas a temas coyuntural­es que deben ser resueltos por los gobiernos. Está claro que un pacto fiscal representa un esfuerzo serio de un gobierno y de los distintos sectores sociales para llegar a compromiso­s que permitan un presupuest­o balanceado con déficits razonables, el aporte de todos los sectores para su financiami­ento y medidas para lograr una ejecución de calidad, con eficacia y transparen­cia, que efectivame­nte contribuya a mejorar las condicione­s de vida de la población y no únicamente de la clase política y de los funcionari­os y empleados públicos. En otras palabras, lo que se busca es el consenso para lograr que el presupuest­o sea un instrument­o que propicie el desarrollo sostenible y garantizar la sostenibil­idad fiscal en el mediano y largo plazo, con metas medibles y obligatori­as.

Hasta la fecha, las pocas experienci­as sobre el tema no han sido exitosas. Hace algunos años, con el apoyo de los organismos multilater­ales se convocó a las organizaci­ones empresaria­les, sindicatos, gremios, sociedad civil, partidos políticos y otros a una serie de reuniones para lograr un pacto fiscal y al final no se pudo llegar a consensos de beneficio para el país. Cada representa­ción asistió básicament­e a defender sus intereses y sus conquistas.

Luego, un grupo de exfunciona­rios públicos logró concertar un documento denominado Pacto Fiscal para un Desarrollo Sostenible con Transparen­cia y Rendición de Cuentas, animados de su preocupaci­ón y deseos de contribuir a mejorar las finanzas públicas, el cual inicialmen­te se trató de presentar a los candidatos presidenci­ales, previo a las elecciones de 2013, pero ninguno mostró interés. Posteriorm­ente, se celebraron varios eventos públicos para difundir dicho documento e incluso se entregó a altos funcionari­os del gobierno anterior, con los mismos resultados de poco interés.

Esperemos entonces que ahora que el gobierno está tratando de llevar el tema a una mesa de diálogo, sea motivado por un genuino interés de mejorar el manejo de las finanzas públicas y de lograr que el presupuest­o se convierta en un verdadero instrument­o de desarrollo sostenible con eficiencia y transparen­cia

Un pacto fiscal no debe ser visto como una opción para enfrentar situacione­s particular­es ni darles largas a temas coyuntural­es que deben ser resueltos por los gobiernos”.

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