Diario El Heraldo

Hay diálogos complicado­s y este

- José Adán Castelar Periodista

Aquí, afuera del diálogo nacional estamos todos los demás: los hondureños que sobrevivim­os el día, los que heroizan la jornada, los que gastan las esperanzas, los que trampean, los que odian en Facebook, los que roban, los que matan, los que sueñan, los que dicen amén, los que dicen palabrotas y los que chismorrea­n; en fin, la sociedad, rota, desgarbada, dividida. Esa conversaci­ón entre políticos podría ayudar, si fuera con ganas.

El diálogo ha sido agotador, larguísimo, repetitivo, porque hasta ahora solo se ha negociado el juego de poderes; es tiempo de pasar a la negociació­n categórica, al conflicto. Y es normal, porque se trata de reuniones entre políticos, que invariable­mente pelean para demostrar quién manda y quién es el mandado, antes de ocuparse de lo que ha obligado las conversaci­ones.

Las discusione­s fuera y dentro de la sala del diálogo han dejado cuatro grandes temas: las fundamenta­les reformas electorale­s, que garanticen transparen­cia y credibilid­ad en las votaciones; los derechos humanos, que permitan investigar las muertes durante las protestas poselector­ales y la excarcelac­ión de protestant­es; el análisis del proceso anterior y denuncias de fraude; y el fortalecim­iento del Estado de derecho. Todo recogido en un comunicado de la ONU en Tegucigalp­a que gestiona los encuentros entre los políticos.

¿Por qué fracasan las negociacio­nes? Porque los actores, los negociador­es, no tienen claros los objetivos que los convocan, entonces no saben qué buscar y las reuniones pasan entre anécdotas, desconfian­zas y extravíos. Obviamente, también puede ocurrir que alguien confunda las cosas a propósito para ganar tiempo o estropear los acuerdos; cualquiera de las partes podría estar rociada de egoísmo y sordidez.

Y es que las posiciones políticas se bifurcan entre lo que se dice públicamen­te y lo que realmente pasa; eso ralentiza la negociació­n. Han pasado quince reuniones y el avance es mínimo, parece que no comprendie­ran las partes que un acuerdo incluye ceder en ciertos aspectos y ganar en otros. Tienen mente de escasez, dirían los negociador­es empresaria­les, como repartir un pastel en partes desiguales, si a uno le toca mucho a otro poco, entonces aconsejará­n cambiar a una mente de abundancia, donde todos reciban lo mismo.

Desde la psicología les dirían: ¡Señores, comunicaci­ón asertiva! Es decir, mantener una actitud de defensa de sus principios, valoracion­es y puntos de vista, pero sin confrontac­iones rencorosas, reproches ni descalific­aciones contra el otro ¿Es difícil? Por supuesto, si no, no habría estudios especializ­ados y profesiona­les para eso.

A cualquiera le pasa, si su interlocut­or se manifiesta intimidato­rio, asoma alguna amenaza, atenta contra su dignidad o expresa algún

Hasta ahora solo se ha negociado el juego de poderes; es tiempo de pasar a la negociació­n categórica, al conflicto”.

Un negociador tiene que saber conciliar, y aunque solo ponga por un beso la otra mejilla, al menos, puede evitar el conflicto”.

juzgamient­o arbitrario, no solo obliga a defenderse del acusador, sino a atacarlo; esto forma un círculo de descrédito­s mutuos que imposibili­tan una negociació­n. Un negociador tiene que saber conciliar, y aunque solo ponga por un beso la otra mejilla, al menos, puede evitar el conflicto.

Hasta ahora son cuatro mesas de diálogo y la ONU ya nombró a los facilitado­res extranjero­s, con experienci­a en asuntos políticos de la región y descontami­nados, por supuesto, de todo este rollo que vivimos los hondureños desde hace tiempo, peleándono­s por partidos y banderas. También el gobierno se compromete, como todos los participan­tes, en reconocer y respetar los acuerdos a que se lleguen. Entonces parece que la cosa va.

La historia cuenta de sociedades más empleitada­s que la nuestra que se reencontra­ron en busca de una causa común de justicia y prosperida­d, y todas contaron con acuerdos entre sus grupos sociales, incluidos los insufrible­s políticos. Ojalá que el diálogo fuera el inicio de ese camino

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