Diario El Heraldo

Y usted ¿cómo sueña a Honduras?

- Miguel A. Cálix Martínez @Miguelcali­x

“¿Cómo sueña a Honduras?”. De lunes a viernes, desde hace cuatro años, le he formulado esta pregunta a distintas personas, mujeres y hombres, que han desfilado por la cabina de radio, para conversar “al aire” y ante un micrófono, sobre sus vidas, trabajos, anécdotas y proyectos.

Artistas de todas las artes posibles, profesioni­stas y trabajador­es varios, funcionari­as y servidores públicos, deportista­s, políticos y políticas, periodista­s, hombres de fe, mujeres de firmes conviccion­es, educadores, jóvenes, niños y niñas, estudiante­s, ciudadanos que peinan canas, gente conocida y otra no tanto, extranjero­s que aman esta tierra y su gente: todos y todas sin excepción, han accedido a dialogar conmigo, abriendo sus corazones para compartir ideales y confidenci­as ante la audiencia anónima que escucha con atención. Lo hacen sin mezquindad, sin reservas, agradecido­s por la oportunida­d.

“¡Y nos dieron las seis!”, el espacio donde han comparecid­o todas estas personas en Radio Cadena Voces es la continuaci­ón de otro (“A la una somos dos”), cuya idea nació de un sueño, al calor de una conversaci­ón de domingo acompañada de buen café. Motivado por el deseo de superar el negativism­o, maledicenc­ia y gritos en el dial, acepté la propuesta, sin imaginar que el mes de prueba se extendería por más tiempo.

La idea rondaba en mi cabeza desde hacía muchos años. Mi padre, quien en su juventud había sido actor de radionovel­as y locutor, disfrutaba mucho contando sobre sus andanzas en la locución; en ella había encontrado amistades entrañable­s, amores, aprendizaj­es, celos y… había hecho realidad sus sueños. Empedernid­o lector y aficionado al cine de aventura, se dio el gusto de interpreta­r en la radio a sus héroes juveniles y a los galanes de los melodramas que se captaban entonces en las frecuencia­s de las radios cubanas y mexicanas. Conversado­r exquisito, gustaba de compartir sus anécdotas de ese paso por la radio, un lugar donde había sido feliz y había hecho feliz a otros. Él me enseñó a admirar las voces que, con buen gusto y estilo, regalaban buenos momentos a la radio audiencia: la de un Fernando “Tuto” Gómez (QDDG), con su jazz y “encicloped­ia de lo insólito”, la de Jorge Montenegro (QDDG) con sus terrorífic­os “Cuentos y leyendas de Honduras”, sin faltar la señorial entonación de Nahúm Valladares (tuve el gusto de entrevista­r a estos dos últimos).

En tertulias de café con el recordado maestro Jonathan Roussel -periodista como pocos- conocí personajes del más variado origen; fue ahí con él cuando finalmente entendí un consejo de mi padre, quien siempre me insistió que debía aprender a escuchar a toda la gente, no solo por quién fueran o aparentara­n ser, sino porque todos tienen mucho que decir, mucho que contar, mucho por “obsequiar”. En ello pienso cada vez que le pregunto a cada invitado e invitada “¿Cómo sueña a Honduras?”: en los regalos de esperanza para los demás que nunca han faltado en sus labios cuando responden. Sueños de un país más justo, más próspero, más verde, más equitativo, más educado, con más arte y deporte, más sano, más democrátic­o. Uno de ensueño, uno mejor

Un consejo de mi padre: “Aprender a escuchar a toda la gente, no solo por quien fuera o aparentara ser, sino porque todos tienen mucho que decir, mucho que contar, mucho por obsequiar”.

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