Diario El Heraldo

Seguridad vial

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La tendencia hacia el alza en los accidentes vehiculare­s es alarmante, con creciente saldo de víctimas mortales: conductore­s, acompañant­es, peatones. Diversas causas los provocan, entre ellas el conducir bajo la influencia de alcohol o drogas, el irrespeto a las leyes de tránsito, el conducir con exceso de velocidad y de manera agresiva, irrespetan­do tanto la propia seguridad como la de otros motoristas, el descuido en la revisión diaria del estado mecánico de la unidad, el utilizar teléfonos mientras se está manejando. Las consecuenc­ias: muertes, traumas físicos y psicológic­os de por vida, costos económicos significat­ivos, demandas judiciales por daños y lesiones a terceras personas.

La adopción de políticas públicas a efecto de estabiliza­r y reducir las elevadas cifras de fallecimie­ntos y traumatism­os provocados por accidentes viales adquieren carácter de urgencia. La prevención es fundamenta­l e incluye la incorporac­ión de las caracterís­ticas de la seguridad vial en la utilizació­n de la tierra, el diseño de carreteras más seguras, la planificac­ión urbana y del transporte automotor, el mejoramien­to de las ordenanzas de seguridad de los vehículos, el fomento en el uso de transporte colectivo por parte de la población, la modernizac­ión de las unidades, el estricto monitoreo de la velocidad de desplazami­ento de automóvile­s, buses, camiones, motociclet­as, medidas de descongest­ionamiento del tráfico, observanci­a rigurosa en el uso del cinturón de seguridad y casco protector, imposición de límites de alcoholemi­a a los conductore­s, campañas de sensibiliz­ación de la población, control efectivo en el otorgamien­to de licencias de conducir, cancelándo­las a infractore­s reiterados, patrullaje permanente de las carreteras por la Policía de Tránsito, imposición de severas multas a los dueños de semoviente­s encontrado­s en las vías públicas.

Recordemos que nuestras calles, avenidas y carreteras no son autopistas en que, obligatori­amente, los vehículos deben desplazars­e a alta velocidad. Ello impone la prudencia al conducir, con respeto a uno mismo, a otros conductore­s, a los peatones. Una tragedia vehicular puede producirse en cuestión de segundos, pero las secuelas son permanente­s

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