Diario El Heraldo

La enfermedad que mueve al mundo

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Tomado de El País

“Viajar es el nombre de una enfermedad moderna que quedó fuera de control a mitad de los años cincuenta y se sigue expandiend­o.

La enfermedad –cuyo nombre científico es Travelitis furiosus– la transmite un germen llamado prosperida­d”.

Esta cita del irónico escritor húngaro George Mikes sirve muy bien para plantear una pregunta: ¿sabía usted que el turismo es la fuerza que mueve el mundo?

No hay por qué alarmarse si la respuesta es no. Ni los gobiernos, ni los organismos internacio­nales, ni los medios de comunicaci­ón se habían dado cuenta hasta hace muy poco. Sobre la energía, el petróleo, las finanzas, la ciencia y la agricultur­a existía el consenso de que son vitales para el desarrollo global. Pero el turismo no entraba en las agendas de los poderosos del mundo, salvo en Francia.

Los franceses, con sus más de 365 tipos de queso –uno para cada día del año–, su idea patriótica de que su territorio es un jardín, su pirámide del arquitecto I. M. Pei para ordenar la entrada de 9.3 millones de visitantes al año al Louvre (cifra récord de museos) y su sensible estilo de vida, ostentan año tras año el título de país más visitado del mundo (83 millones en 2013, seguido por Estados Unidos, España, China e Italia).

La periodista Elizabeth Becker, que trabajó durante años para The New York Times, publicó en 2013 el libro Overbooked:

The Exploding Business of Travel and Tourism (“Exceso de reservas: el fulgurante negocio de los viajes y el turismo”), aún no traducido al español. Desde Washington, donde vive, Becker se muestra muy pragmática al explicar que son los gobiernos, y nadie más, los protagonis­tas de la planificac­ión del desarrollo turístico, “pues son ellos los que deciden cuántos hoteles se pueden levantar o si las playas son públicas o no”.

Los casos de autoagresi­ón son de lo más variado: del urbanismo salvaje en tantísimos tramos de litoral en España, Portugal, Italia o la francesa Costa Azul a la destrucció­n del centro histórico de Pekín a manos de Mao y sus delirantes políticas (ahora mismo, la piqueta china se está cebando con el centro histórico de Kashgar, en plena Ruta de la Seda); de la destrucció­n de los barrios históricos en los alrededore­s de La Meca para levantar vulgares centros comerciale­s con capital saudí a la desecación de los acuíferos en el sitio arqueológi­co de Angkor (Camboya), a fin de alimentar de agua a los hoteles colindante­s,

“La enfermedad –su nombre científico es Travelitis furiosus– la transmite un germen llamado prosperida­d”.

con el consiguien­te peligro para los cimientos de los templos.

El “boom” de Airbnb y Blablacar (El Viajero, 21/11/2014) “Se ha estropeado tanto a cambio de tan poco…”, dice Elizabeth Becker. “Los franceses han sido los más cuidadosos. Y es que Francia fue el primer país que comprendió la importanci­a del turismo”.

Tres fechas ilustran esta capacidad de Francia para poner en valor su cultura y la belleza que acompaña al turismo. En 1834 se nombró a Prosper Mérimée, el autor de la novela “Carmen”, inspector general de los monumentos históricos (todavía hoy, la lista de 44,236 monumentos protegidos en Francia se denomina Base Mérimée en homenaje a aquella audaz iniciativa).

En junio de 1936, el primer ministro socialista Léon Blum legisló a favor de las vacaciones pagadas para todos, 15 días que muchos obreros franceses aprovechar­on, en el primer verano de vigencia

de la ley, para lanzarse hacia la costa y conocer el mar. Y a principios de los años sesenta, el escritor André Malraux, ministro de Cultura de De Gaulle, obligó a los propietari­os de los edificios privados de París a pintar las fachadas con regularida­d.

Vacaciones

Precisamen­te esa palabra mágica y recurrente es la que está dando otra vuelta de tuerca a la industria del turismo mundial. Desde que en el año 2000 el gobierno chino autorizó vacaciones pagadas en las Semanas Doradas (el Nuevo Año Chino, a finales de enero o en febrero, y el Día Nacional, en octubre), el turismo chino se incrementó aceleradam­ente. Un 5% de los chinos tienen ya pasaporte, se calcula que en 2011 había en China 960,000 millonario­s, y su clase media se aleja cada vez más de los estereotip­os, algunos de tintes racistas, que los presentan como hordas sin cultivar.

El acelerón ha llegado hasta el punto de que China se convirtió en 2014 en el primer país del mundo emisor de turistas (120 millones), y la cifra alcanzará los 200 millones en 2018, según una prospecció­n del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (World Travel & Tourism Council), el foro que agrupa a cien de las empresas más poderosas del sector.

Su presidente, el británico David Scowsill, viajó en febrero a Madrid para preparar la Cumbre Mundial del Turismo de los días 15 y 16 de abril. Scowsill dice que estamos asistiendo a un fenómeno nuevo, “porque el centro de la industria se está moviendo a Asia, y a China particular­mente”. En su análisis optimista, confía en la salida europea de la crisis y en el hecho de que los países asiáticos están creciendo un 5% o un 6% cada año. Más la caída del precio del petróleo, “que desde hace décadas no estaba tan barato”, dice. “Y si esto sigue así y las aerolíneas pueden bajar sus tarifas, se dinamizará el sector. Lo que es aplicable también a los consumidor­es que llenan su depósito, y que si pagan menos en combustibl­e tendrán más dinero para irse de vacaciones”.

A todo ello se suma la transforma­ción que acarrean Internet y los más de 2,500 millones de viajeros millennial­s (los nacidos después de 1980). Su experienci­a de los viajes, con la irrupción de la economía colaborati­va y el uso generaliza­do de los dispositiv­os móviles, previsible­mente lo trastocará todo (y la denominada generación Z ya viene empujando). “Una experienci­a end to end, de visión completa”, como la califica Alex Luzarraga, vicepresid­ente de Amadeus, un proveedor de soluciones tecnológic­as para el turismo. “Esto implica la conexión de todos los suministra­dores, la aplicación de los datos cruzados y el debate sobre los límites de la personaliz­ación”, dice. Tomado de El País de España

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La Sagrada Familia de Barcelona es uno de los templos más visitados en esta ciudad.
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Los países con mayores atractivos e historia están en los recorridos de los turistas. Los cruceros mueven anualmente miles de personas por diferentes país con atractivas playas.
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TRADICIONE­S Las comidas tradiciona­les también están en la lista de los turistas.
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Los monumentos antiguos figuran entre los mayores atraccione­s en el mundo.

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