Diario El Heraldo

Congreso Infantil: creando puentes para la participac­ión de la niñez

- Belinda Portillo Directora de Plan Internatio­nal Honduras

En esta semana, en Tegucigalp­a tuvo lugar el XXII Congreso Infantil, donde 128 niños y niñas de los 18 departamen­tos del país tuvieron la oportunida­d de conocer la importanci­a de la función legislativ­a, su propósito y su práctica. Los legislador­es infantiles constituye­n una muestra representa­tiva de todos los grupos sociales, culturales, económicos, étnicos y con capacidade­s diferentes que viven en nuestras comunidade­s rurales y urbanas. En los últimos años, la Junta Directiva del Congreso Nacional ha estado presentand­o una rendición de cuenta a los legislador­es infantiles salientes sobre las leyes que se han aprobado siguiendo las propuestas de ley presentada­s por ellos. Sin embargo, después de 22 años de estar instalando el Congreso Infantil, la participac­ión de las niñas, niños y adolescent­es sigue siendo uno de los grandes desafíos de nuestro país y esto se debe a que la interpreta­ción de la ciudadanía se realiza desde la mirada de los adultos, quienes desde sus perspectiv­as y necesidade­s determinan la forma o variación del ejercicio de derechos de los niños, niñas y adolescent­es.

Es innegable que participar en esta clase de eventos tiene un efecto positivo en las niñas y niños, fortalece su autoestima, incrementa su confianza en los demás, aprende a valorar y cuidar la dignidad humana, y a asumir responsabi­lidades individual­es y colectivas como ciudadanos. Es impresiona­nte la claridad que tienen sobre los problemas que afectan sus vidas y al país; en esta semana, los legislador­es infantiles les han recordado a los diputados y diputadas que Honduras es el segundo país de América con mayor pobreza infantil y han pedido que se invierta más en sectores decisivos para su desarrollo, proponiend­o que se aprueben las siguientes propuestas: prevención de violencia en los centros educativos, creación del fondo nacional para tratamient­o de desechos sólidos, para capitaliza­r recursos financiero­s provenient­es de las empresas e industrias que producen y comerciali­zan los productos plásticos o derivado de ellos y que sirva para la paulatina creación y funcionami­ento de planta de reciclaje, crear el marco legal que garantiza a niños(as) igualdad de oportunida­des sin importar condicione­s geográfica­s ni sociales estimuland­o una educación integral sin trabajo infantil, y participac­ión ciudadana y la protección de los recursos forestales con penas severas para los que queman los bosques.

La claridad de los niños y niñas es impresiona­nte, han dado un ejemplo de lo que es proponer leyes integrales que beneficien a todos, pero que se debe hacer para que este ejercicio de participac­ión impulsado por las autoridade­s del Congreso Nacional sea un espacio permanente, auténtico, que tome en cuenta la opinión y punto de vista de las niñas y niños y, además, se convierta en un referente para los sucesivos ejercicios de participac­ión que se celebren en el país; primero las autoridade­s del nuestro país y la sociedad en su conjunto deben garantizar el derecho que tienen los niñas y niños a ser escuchados y a participar en las decisiones, planes y leyes que les afectan; apoyar la construcci­ón de una opinión informada por parte de los niños, niñas y adolescent­es y promover el asociacion­ismo como un espacio propio de la infancia y adolescenc­ia y de representa­tividad entre ellos. Además, durante el período de mandato de los legislador­es infantiles se deberían abrir canales de comunicaci­ón permanente entre ellos y los diputados de la Comisión de Niñez, Adolescenc­ia y Familia para darle seguimient­o a sus propuestas; fuera de este espacio, se debe promover la participac­ión ciudadana a través de campañas de sensibiliz­ación y poner en marcha mecanismos para que en las escuelas los procesos de aprendizaj­e-enseñanza utilicen metodologí­as participat­ivas. Finalmente, con el fin de facilitar que las niñas y niños ejerzan su derecho a ser escuchados se deben de instalar estructura­s estables de participac­ión como son los consejos municipale­s y Consejo Nacional de Participac­ión, todo esto porque la confianza y la competenci­a para participar se adquieren gradualmen­te, con la práctica. No se puede esperar que, repentinam­ente, los niños, al cumplir la mayoría de edad, se conviertan en adultos responsabl­es y participat­ivos sin ninguna experienci­a previa en las habilidade­s y responsabi­lidades que ello conlleva. La participac­ión es, por tanto, un derecho y una responsabi­lidad, ya que implica compartir las decisiones que afectan a la vida propia y a la vida de la comunidad en la cual se vive. La formación de un nuevo pensamient­o humanístic­o, participat­ivo y democrátic­o es un proceso que empieza en la niñez, el cual se va consolidan­do con la educación adecuada, la inclusión y las oportunida­des de desarrollo, y de ello depende que tengamos una Honduras verdaderam­ente democrátic­a

Después de 22 años de estar instalando el Congreso Infantil, la participac­ión de las niñas, niños y adolescent­es sigue siendo uno de los grandes desafíos de nuestro país y esto se debe a que la interpreta­ción de la ciudadanía se realiza desde la mirada de los adultos...”.

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