Diario El Heraldo

Madre Patria, un homenaje a la Honduras que todos debemos amar

En el mes de independen­cia, el escritor René Suazo Lagos comparte su poema dedicado a la tierra que lo vio nacer

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El poeta Suazo fungió como profesor de las clases de Derecho Penal I y II y Criminolog­ía. Es fundador del Posgrado de Derecho Penal de la UNAH, ya está jubilado.

En el 197 aniversari­o de independen­cia patria, el gran poeta René Suazo Lago ha querido rendir un homenaje a la tierra que lo vio nacer y compartir con los lectores de la revista Siempre el poema escrito a Honduras.

Canto I

En el día consagrado a la memoria de las madres hondureñas, va mi voto de esperanza, va mi canto más sincero, para esa madre mártir que es la madre de las madres y los hijos y los padres hondureños.

¡Madre Honduras! ¡Madre Patria!

Para ti lleva mi canto un saludo más sincero; para ti, mi madre mártir, que en las horas más amargas, has sufrido las heridas de hondureños y de extraños; para ti, cuyas entrañas se desgarran para darnos ese pan de cada día, que alimenta nuestros cuerpos y alimenta nuestras almas. Para ti, mi amada Patria, tantas veces traicionad­a por regímenes feroces y campañas asesinas, donde muchos de tus hijos se inmolaron al dios Marte en el nombre de caudillos y ambiciones personales. Que no vuelvan esos tiempos, que no empañen más tus hijos el machete fratricida, ni el estruendo de la pólvora lleve luto a tus hogares. No haya más imposicion­es, ni más fraude, ni más nada que pudiera ser excusa de asonadas militares. Que no empuñen ya tus hijos otras armas que el arado y que la pluma.

Canto II

¡Madre Honduras! ¡Madre Patria!

Mi canción es muy humilde, mi palabra es muy sencilla; no la adornan las metáforas ni la nutren las ideas; sólo vibra en cada verso un inmenso patriotism­o que no encuentra desahogo; que quisiera coronarte con laureles de victoria; que quisiera consagrart­e uno a uno los minutos de su vida.

Y ofrendarte por entero el total de su existencia, con sus sueños y sus ansias y un afán desesperad­o de inmolarse, si es preciso, para gloria de tu nombre.

Canto III

¡Madre Honduras! ¡Madre Patria!, que Lempira sea el símbolo de la lucha contra quienes pretendier­on sojuzgarte. Que el valor no nos vacile, que el empeño no nos falte, y que no haya ni uno solo de tus hijos, que no salte a la palestra cuando alguna fuerza extraña amenace tus dominios. ¡Madre Patria!

Que en tu suelo sacrosanto no haya un símbolo más grande, ni más noble, ni más alto que tu emblema azul y blanco, en que brillan cinco estrellas con la luz de mil diamantes, que se incendian y esparcen en el tiempo y el espacio, señalando hacia una meta de progreso y de esperanza.

Canto IV

¡Madre Honduras! ¡Madre Patria!

Yo quisiera en este día reunir en una sola cada una de las almas de tus hijos, y formar una sola alma, grande, fuerte, digna y noble, y saber en ese instante que ya nada es imposible, que desde hoy y para siempre se le ha dado a tu destino un impulso incontenib­le; que desde hoy y para siempre se ha ganado la batalla contra el hambre y la miseria, y se ha llevado la justicia y las letras y el trabajo hasta el último lindero de la Patria.

¡Pobres sueños estos míos!

Canto V

¡Patria mía; mi querida y pobre Patria!

¿Es que, acaso, no haya nunca solución para tus cuitas; siempre habrá desheredad­os, y explotados y vencidos bajo el techo de tu cielo que debiera ser albergue igualitari­o para todos? La ignorancia y la miseria que te roen sin clemencia tus ubérrimas entrañas ¿no podrán ser desterrada­s? Y el fusil y el machete que en el curso de tu historia han segado tantas vidas, ¿no serán nunca instrument­o de trabajo y de progreso solamente?

¡Pobre Patria traicionad­a por los hombres que en sus manos han tenido tu destino! ¡Cuántos Judas y Caínes han salido de tu vientre! ¡Cuántos Judas que por míseras monedas que engrosaron sus caudales, han vendido el patrimonio de tus hijos y han cavado el hondo abismo de ignorancia y de miseria en que ahora se debate todo un pueblo que merece mejor suerte!

Canto VI

Cuántos Judas y Caínes y Malinches, cuánto idólatra del dólar y del oro que han uncido tu destino a intereses extranjero­s que te explotan y corrompen, convirtien­do nuestro suelo en fatídico escenario… ¡Madre Honduras! ¡Madre Patria! Yo quisiera en este día delatar a los traidores que conspiran en tu contra y exponer a cielo abierto cómo muchos que pregonan ser tus fieles servidores, te utilizan falsamente en su único provecho. Tus políticos de turno, los soldados que debieran defenderte, los maestros que debieran ser ejemplo de acendrado patriotism­o, los empleados que te sirven y hasta el pueblo, sea obrero o campesino, con sus líderes corruptos, cuántos viven a tu costa, cuántos medran a tu sombra como cómplices visibles de esos falsos y voraces mercaderes que te roen las entrañas cual vampiros insaciable­s.

Canto VII

¡Madre Honduras, mi querida y pobre Patria! Yo quería saludarte con un canto de optimismo; más, ya ves que poco a poco éste canto de esperanza fue tornándose en un grito de protesta y de denuncia engendrado por el hecho de saberte traicionad­a y vendida y explotada. Yo quisiera unir mis lágrimas a las lágrimas de aquellos de tus hijos que padecen la injusticia… Yo quisiera unir mi voz a las voces de protesta de los hombres que reclaman más justicia y equidad. Yo quisiera saludarte, Patria amada, como a una soberana, aunque seas, en el fondo, una pobre cenicienta dominada y explotada.

Canto VIII

Como ves, mi amada Patria, mi canción es muy humilde, mi palabra es muy sencilla, no la adornan las metáforas ni la nutren las ideas; mi canción es una lágrima, es un grito de protesta, es un puño que amenaza, es una voz que denuncia; mi canción es, sin embargo, sobre todo y contra todo, como un canto de esperanza proyectado hacia el futuro.

Canto IX

Hoy es lunes.

Ya no es Día de las Madres. Vamos, Patria:

Yo a vivir como uno más entre los hombres; tú a vivir como una más entre las Patrias

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René Agustín Suazo LagosAboga­do, catedrátic­o universita­rio, escritor y poeta hondureño.

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