Diario El Heraldo

Clones: las paradojas del futuro

Narrativah­oy reseñamos “Clones”, del escritor Raúl Arechavala, argentino residente en Honduras

- Crítica Popular

Hay un libro singular que se publicó recienteme­nte en Honduras. Se trata de Kλώνες (Editorial Universita­ria, 2018), de Raúl Arechavala. Este título se resiste al placer de la lectura porque está en griego (en accesible castellano sería “Clones”), esta es la primera singularid­ad del libro. La otra es que contiene 14 relatos de ciencia ficción (15 si contamos el prólogo), género que definitiva­mente no es común que se cultive en el país.

Todos estos relatos son una ventana al futuro construida a partir de los adelantos a los que la humanidad ha llegado, a través de ella se ve un mundo de tristes paradojas causadas por la manipulaci­ón genética, la posibilida­d de extender la vida, los viajes espaciales y en el tiempo, la hibernació­n criónica y la condición de una sociedad que ha evoluciona­do absurda e inhumaname­nte.

El placer del juego

En el prólogo se nos presenta un autor ficticio que se declara habitante del año 2096, un futuro donde la lengua ha involucion­ado hasta las primitivas interjecci­ones y las publicacio­nes en papel fueron prohibidas desde el 2050. Pero nuestro autor es de la vieja escuela y decide publicar de la forma tradiciona­l e ilegal: impresa. Para cubrirse recurre al ardid de “envejecer” las páginas y poner el 2018 como fecha de publicació­n.

En este punto hay un detalle que pone en precario la lucidez de su plan. Y es que en el libro se emplea un lenguaje neutro, por ejemplo: en lugar del tradiciona­l amigas o amigos, usted encontrará amig@s (esta es otra singularid­ad), para felicidad del público feminista. El caso es que, según la misma ficción creada para darles sentido a los relatos, fue en 2030 (12 años después de 2018) que se estableció el uso de la @ leída como “e” para subsanar los problemas de género que plantea el lenguaje. Hablemos claramente: es difícil fingir que un libro es viejo amarilland­o sus páginas si su lenguaje está totalmente a la moda de la época. No sé si esto fue pensado por Arechavala, pero es una posibilida­d en el juego a que da lugar la narrativa, de la que se exige coherencia para que podamos creerla.

El mismo autor ficticio, después de pensarlo mucho, escogió Kλώνες, “palabra griega que tuvo su auge a finales del siglo anterior”, “sonora y misteriosa” en 2096. Sí, lector, a esta singular variación del auge y la sonoridad debemos el título del libro.

¿Dónde está la narrativa?

En la contraport­ada de “Clones” se dice que sus relatos están hechos con una “prosa diáfana y grácil”, que son “piezas de reflexión y de ameno juego de la palabra y de la inteligenc­ia”. Todo esto es cierto y realmente el lector agradece encontrars­e con textos tan correctame­nte escritos, concebidos con elegancia lúdica y desde un profundo conocimien­to de la realidad que permite proyectar imágenes de un futuro que parece consecuenc­ia natural de nuestro tiempo.

Hay, sin embargo, algo que reprocharl­es y que no es menor. En la mayoría de los cuentos la anécdota se extingue entre la reflexión filosófica y la exposición de elementos e ideas del mundo que se retrata. En algunos relatos el final llega fácil e inesperada­mente, no porque tenga la virtud de ser imprevisib­le sino porque el desarrollo de la narración no ha sido tan bueno para llegar a esa conclusión. Encontrar esta cualidad es decepciona­nte para un lector de narrativa, acostumbra­do a disfrutar inocenteme­nte con la magia de las historias

Raúl Arechavala es licenciado en filosofía, máster en tecnología educativa y doctor en educación. Es maestro de la UNAH y ha publicado trabajos sobre filosofía y educación.

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“Clones” es el debut de Arechavala como narrador y fue publicado por la Editorial Universita­ria.

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