Politiqueando y el pueblo hambreando
En, ¡señores políticos!, 2008, escribí: Como hondureño con acendrado amor a esta patria que me parió y espero me dé terraje, expreso mi profunda preocupación ante el deterioro incontrolable de los deberes y derechos fundamentales inherentes a la dignidad humana, que posterga el desarrollo personal y comunitario y entorpece el progreso de nuestra Honduras urgida de verdaderos hombres de bien y mejor entender.
Los que viven de la política sin estudiarla para poder distinguir, discernir, disentir y consensuar encuentran en ella su modus vivendi deteriorando este sistema que no convence. Sin ética, moral y justicia adversan toda buena razón ejerciendo con mala voluntad y peores resultados, la gestión que les toca desempeñar.
Cada cuatro años buscando un cambio nos manchamos el dedo y la conciencia porque somos cívicamente incoherentes e incumplidos con la misión de ciudadanos responsables. El sectarismo nos embrutece, el multipartidismo nos cercena, la oposición recalcitrante y temeraria no supera el tradicionalismo por incultura política. Los politiqueros de ayer y hoy, continuados o alternados, viejos y jóvenes, sobrados de soberbia, ignorancia, indiferencia e ignominia, no terminan de saciarse con la miseria del pueblo cada vez más empobrecido. Las causales están demostradas, las consecuencias de su inconsecuencia harto comprobadas. Jamás fue real el compromiso con el pueblo, mas sí lo es con la complicidad reptante de nunca decir la verdad manteniéndose en la mentira.
La politiquería ha desnaturalizado el indispensable Estado de derecho convirtiéndolo en un pleito de leguleyos que han aplicado a su antojo la amparados en inmorales y afines grupos de poder para repartir impunidad. Todos abusan de la pasmosa pasividad y conformismo del pueblo que enferma pasiones para continuar en el desorden y no aviva razones para exigir respeto, cumplimiento y freno a tanta ilegalidad. Esa permanente acusación de todos contra todos es absurda. Por ellos tocamos fondo. Nada cambia, seguimos viendo y oyendo sandeces ahora de más partidos políticos, todos dueños de la mentira absoluta.
La corrupción y la impunidad campean como nunca. Los funcionarios lucen camisetas polo con el logo de la institución que dicen representar para mejor identificación sin ningún formalismo. El fiscal ‘cinco estrellas’ desluce en camisa deportiva en comparecencia televisiva hablando de su estelar desempeño anticorrupción. Se perdió la seriedad de ser y el honor de demostrarlo. Los abojusticia gados entendidos son grandes críticos, pero disimulan para no perder la oportunidad del llamado. Nuestras autoridades pasmadas y desleales se pasan el cargo por bajeras irrespetando la ley y al pueblo. Los más incapaces y corruptos reconocidos permanentemente nos fastidian con su mediocridad proselitista para llegar a gobernar. Cínicos.
Estamos en una crisis política, económica y social peligrosa y en lugar de paliar tantas necesidades se actúa irresponsablemente desatendiendo, por ejemplo, el pago de diálisis para los pacientes renales, historia de todos los gobiernos que nunca debió repetirse. No se encarceló a los poderosos corruptos ni se hizo justicia a los fallecidos del IHSS. Educación deformada. Salud estancada y desabastecida, en fin todo, todo, está corrompido por acción u omisión. Sabemos, comentamos y sufrimos las consecuencias sin soluciones contundentes. Solo discursos.
JOH insiste convencido que “somos referentes”, ¿por qué pasan politiqueando y el pueblo hambreando?
Los politiqueros de ayer y hoy, continuados o alternados, viejos y jóvenes, sobrados de soberbia, ignorancia, indiferencia e ignominia, no terminan de saciarse con la miseria del pueblo cada vez más empobrecido”.