Una deuda pendiente
Una investigación del organismo privado Ayuda en Acción ha dejado una vez más al descubierto la triste realidad en que viven más de 1.3 millones de personas pertenecientes a los siete grupos étnicos hondureños.
El informe nos recuerda una vez más que son poblaciones que en un alto porcentaje sufren pobreza, exclusión y desigualdad, y están viviendo en condiciones deplorables, sin acceso a un empleo digno y con ingresos promedio de 60 lempiras por día, es decir 1,800 lempiras al mes, muy por debajo del salario mínimo vigente. Familias enteras que no cuentan con acceso a los servicios básicos de salud, educación, agua potable y mucho menos a una vivienda digna o a los servicios tecnológicos tan en boga en los tiempos actuales. Hombres, mujeres y niños que viven en comunidades que están prácticamente aisladas, donde las vías de comunicación, si existen, están en pésimas condiciones, y en los casos extremos deben usar caminos de herradura para entrar y salir de las mismas. Y lo más triste y penoso es que sus niños y jóvenes no cuentan con oportunidades para romper el círculo de pobreza en el que han nacido y viven.
Según el informe, más de 330,000 niños y niñas no tienen acceso a la educación primaria, 1,123,986 de los que lograron ingresar al sistema educativo abandonaron la escuela después de la primaria y tan solo el 3.5% de ellos (47,397) accedieron a la educación superior. Esta pequeña radiografía solo refleja la exclusión y la marginación de los pueblos indígenas y afrodescendientes. Pueblos víctimas de la desidia y el desinterés de un Estado que si bien, en el tiempo, ha impulsado algunas políticas públicas para atender las demandas y necesidades de estos grupos, estas han quedado en papel mojado.
Esta situación no debe continuar. El Estado debe dar un paso al frente para impulsar programas y proyectos que les devuelvan la esperanza a estas poblaciones de desarrollarse plenamente en la tierra que las vio nacer, y que no piensen más en huir del país en busca de esas opciones de vida que aquí las autoridades de todos los gobiernos, sin importar el color de su bandera, han sido incapaces de darles. Es una deuda pendiente que deben comenzar a pagar de inmediato