Diario El Heraldo

Cuatro claves para educar a su hijo sin gritar

NO LEVANTAR LA VOZ APORTA SERENIDAD, CONFIANZA Y COMUNICACI­ÓN POSITIVA A LOS HIJOS Y A SU PERSONALID­AD PRESENTE Y FUTURA

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¿Quién no ha gritado alguna vez a sus hijos? Los contratiem­pos del día a día, las prisas, los problemas, el estrés del trabajo y el hogar suelen orillarnos, en algún momento, a elevar la voz cuando un hijo no hace caso a nuestras peticiones. Al final los infantes pagan el estrés de los padres.

Estudios han comprobado que educar gritando les aporta a los pequeños malestar constante, estrés, problemas de concentrac­ión, desmotivac­ión, frustració­n, rabia, baja autoestima, desatenció­n, mal ejemplo (si gritamos, ellos gritarán), entre otros efectos.

La clave, aunque no es nada fácil, está en reflexiona­r e ir dejando ese viejo hábito, con el que quizá nos educaron a la gran mayoría. Pero cuidado, esto no quiere decir que seamos unos padres permisivos.

¡Tome nota!

En esa búsqueda por la paz, la primera fase es aprender a desarrolla­r empatía, que es la capacidad de percibir, compartir y comprender lo que otro ser puede sentir. Partiendo de ese contexto debemos ver a nuestros hijos desde los ojos adultos. Ellos ven la vida desde otra perspectiv­a y desde esa misma tendrá que empezar a mirar usted, para que todo esté cohesionad­o, tranquilo y positivo en el hogar. Una vez dado el primer paso hay que reflexiona­r en cada situación, respirar hondo y pensar si aquello que ha hecho es tan grave, tan importante o, por el contrario, es algo que se puede pasar por alto.

Por otro lado, debe aprender a escuchar activament­e. En muchísimas ocasiones, cuando hay algún conflicto en casa, los padres no escuchan la versión de los hijos, no se les da ni siquiera la oportunida­d de explicar sus motivos. Los niños siempre tienen un motivo para hacer lo que hacen, y este no tiene nada que ver con el motivo adultocent­rista que como padres podamos imaginar.

La cuarta clave es el diálogo, es una de las herramient­as más importante­s para educar. Hay que explicar, dialogar, expresar los diferentes motivos y lo que se espera con toda la comprensió­n y la serenidad posibles

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RECUERDELa­s consecuenc­ias negativas de los gritos a nuestros hijos son múltiples; los beneficios, ninguno.
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Si a un niño le gritan por golpear a su hermano no aprenderá a resolver los problemas de manera pacífica.

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