El Partido Liberal y su rol en el diálogo
Cuando hay problemas urgentes que atender, el país no puede vivir en una confrontación política permanente, generadora de división social y de mayor pobreza. Desde 1982, Honduras busca encontrar el camino hacia un desarrollo sostenible sobre una frágil democracia cuyo futuro descansa en los hombros de los partidos políticos que son los que al final aglutinan la voluntad y la frustración popular.
Pero en nombre de esa voluntad popular no deben seguir cometiendo los yerros, sin aprender las duras lecciones que han dejado situaciones difíciles anteriores. No es sano para Honduras que a la fecha una crisis postelectoral todavía siga ahí latente, en medio de un llamado a un diálogo, donde las pocas conversaciones que fluyen lejos de llevar a la búsqueda de soluciones, más bien se agitan en actitudes de inmadurez, trabas y obstrucciones, como si alguien quisiera sacar ganancia de eso.
Que las tres fuerzas políticas mayoritarias -partidos Nacional, Liberal y Libre- no avancen en un entendimiento es un indicativo de la poca voluntad que tienen para sembrar estabilidad y gobernabilidad en el país.
Sobre todo que el Partido Liberal, que desde el regreso a la democracia en 1982 ha gobernado cinco veces y conoce los vericuetos del sistema político, se haya retirado del diálogo, promovido por Naciones Unidas, no abona a la consolidación de la democracia y menos a la construcción del país que todos los hondureños queremos.
Ese liderazgo liberal que dice anteponer los intereses de partido por los de un pueblo sufrido, debe reflexionar, haciendo a un lado la división interna, y regresar a la mesa de conversaciones, donde el moderador debe evitar que haya más juegos sucios de los participantes.
Si esa fuerza roja y blanca se aleja del diálogo otros ocuparan su espacio y seguro que no será para defender los intereses de un liberalismo que históricamente ha sido fuerte. Por esto, el Partido Liberal está llamado a luchar para superar la crisis política y lograr que el rostro del nuevo orden político se reconstruya sobre las bases de la eficacia, la transparencia y la confianza