“no tengo otro lado para irme”
Su casa construida con tablas de madera ha sido su refugio durante más de dos décadas. Sin embargo, la covacha que con esfuerzo construyó en la ribera del río San José para brindar techo a su familia hoy es amenazada por el turbio caudal del afluente.
“Siempre que llueve fuerte, se mete el agua, no es que me he acostumbrado, es que no tengo otro lado al que irme”, lamentó doña Socorro Flores.
Y es que cada vez que tiene que ser evacuada por el riesgo de las inundaciones debe procurar que su hija no resulte afectada. La niña de doña Socorro padece de parálisis cerebral y tiene 24 años de edad, por lo que requiere de atención especializada.
“Conseguí que me la atendieran en otro lado, porque estos colchones y el lugar no es adecuado para ella”, manifestó.
La señora de 50 años explicó con voz agotada que la mayor necesidad es tener otro lugar para habitar, una casa más segura y alejada del riesgo de las inundaciones.
En su vivienda residen más de diez personas, entre hijos y nietos, por lo que siempre pide a Dios por la seguridad de sus parientes y también por la de sus vecinos.
En los más de 20 años que tiene de habitar cerca de la ribera del río San José, recuerda que el nivel del agua y el riesgo que experimentó este fin de semana lo pudo asemejar al del huracán Adrián en 2005 y Agatha en 2010.
Ayuda
Además, agradeció el apoyo que han recibido de parte de los voluntarios que han acudido al albergue que funciona en la Escuela Michel J. Hasbun, de la colonia Las Vegas.
“Aquí, como sea, hemos sido bien atendidos, nos han venido a revisar los doctores y también nos han dado ropa y comida, pero no hay como dormir uno en su casa”, aseguró doña Socorro