Un antiguo dolor de muelas
Año tras año, gobierno tras gobierno, Honduras sigue siendo muy vulnerable ante desastres naturales. Todos los años al llegar las lluvias cientos de familias pierden sus hogares, hay falta de educación, eso no voy a negarlo, pues los hondureños seguimos tirando la basura en las calles, pero tampoco me cabe la menor duda de la falta de interés por parte de los gobernantes. Tegucigalpa en especial, siempre sigue teniendo habitantes que viven en la más profunda pobreza habitando en las orillas de ríos y quebrabas, y cuando estas se desbordan no solo arrastran sus bienes, sino también su esfuerzo, sus esperanzas, lo poco que tanto les ha costado.
Este año comenzaron obras de infraestructura en casi toda la capital, puentes aéreos y pasos a desnivel, que si bien en gran parte solventan el problema del tráfico, hay cosas que deben tener prioridad, ¿pero quién vela por los que no tienen problemas de tráfico, sino de hambre y desempleo? ¿Por qué el gobierno no se interesa en que los habitantes de estas zonas tengan hogares en zonas no vulnerables? Los ríos se inundan porque abren las compuertas de las represas por el exceso de agua y en verano los capitalinos carecen de este vital líquido. Vivimos en la capital de un país en donde más del 50% de sus habitantes no tienen agua potable en sus viviendas, pero paradójicamente quieren construir una ciudad moderna, sin pensar en los más desamparados y olvidando las necesidades básicas que debe ser prioridad atender. Las inundaciones son un viejo mal que a nadie le importa sanar, pues al pobre se le ayuda momentáneamente.
Fernando Erazo CIUDADANO