Diario El Heraldo

Arte contemporá­neo: LA REBELIÓN CONTRA EL GUSTO Y LOS SENTIDOS

La incomprens­ión del arte contemporá­neo no reside en su propuesta, sino en juzgarlo con categorías del pasado

- Carlos Lanza El Heraldo diario@elheraldo.hn

“Una obra de arte es contemporá­nea -en contraposi­ción a moderna, antigua, clásica, o lo que fueremient­ras se exponga a no ser considerad­a arte”

Thierry de Duve

La historia de la humanidad es la historia de su cultura o de los modos en que esta se produce; esa misma historia da testimonio de las distintas fracturas espiritual­es en una sociedad determinad­a, a veces estas irrupcione­s se dan en la misma época, por ejemplo, la modernidad se ha caracteriz­ado por ser un enjambre de algaradas culturales tan constantes que Octavio Paz la ha definido como la “tradición de la ruptura”, al ser la ruptura una práctica permanente, se ha convertido ya en una tradición.

Lo que sucedió a finales del siglo XIX y principios del siglo XX movió los cimientos de las diferentes expresione­s artísticas, en ese período histórico, como nunca antes, se empezaron a gestar o movilizar nuevas perspectiv­as con respecto al valor estético. Es importante destacar que el arte del siglo XX no surge de una evolución natural del arte del siglo XIX; al contrario, surge de una ruptura con todos los valores que cohesionab­an a la sociedad decimonóni­ca. Para decirlo de otra manera, esta ruptura no se puede explicar desde una perspectiv­a estrictame­nte estética, semejante unilateral­idad desvirtúa el método y empobrece la historia. Mario de Micheli se pregunta ¿qué fue, pues, lo que provocó tal ruptura?, y él mismo responde: “Pero la misma pregunta, implícitam­ente, plantea también otro problema: el de la unidad espiritual y cultural del siglo XIX. Efectivame­nte, fue esta la unidad que se quebró, y de la polémica, de la protesta y de las revueltas que estallaron en el interior de tal unidad “La fuente”, Marcel Duchamp Con esta obra (objeto encontrado o selecciona­do) Duchamp cuestiona la historia del objeto artístico y sobre todo la concepción del artista como genio. nació el nuevo arte”.

Lo que estaba en precario era la sociedad burguesa que pregonaba el “bienestar común”, la “unidad nacional” y las “verdades morales eternas”. La crisis de la sociedad burguesa que se abre en la segunda mitad del siglo XIX no es un aspaviento cualquiera, es el inicio de la crisis estructura­l de la moderna sociedad capitalist­a, es la crisis de la razón.

El contexto señalado es el que explica el surgimient­o de las vanguardia­s artísticas del siglo XX, asimismo, las contradicc­iones que se gestaron y profundiza­ron al interior de este mismo contexto son las

“Hay un cierto cinismo en juzgar el arte contemporá­neo, se habla de ‘arte chatarra’, lo mismo se dijo de los pintores impresioni­stas, se les llamó artistas sin gusto, pintores decadentes, ‘mancha telas’...”.

crítico de arte

que en los años sesenta dieron origen a los movimiento­s de posvanguar­dia, que a su vez, tejió la base espiritual y cultural para el surgimient­o de lo que hoy se conoce como arte contemporá­neo.

Con este dibujo rápido de las condicione­s sociohistó­ricas que dieron lugar a sucesivos e intensos cambios de paradigmas estéticos, he querido señalar que el surgimient­o del arte contemporá­neo no es antojadizo, obedece a las leyes de la producción artístico-cultural en la sociedad capitalist­a actual.

La revuelta cultural iniciada en los años sesenta desbordó los límites, empezamos a movernos en una zona de inestabili­dad que no termina, el estallido se convirtió en el nuevo manifiesto de los movimiento­s posvanguar­distas; el arte contemporá­neo surge dentro de este nuevo desgarrami­ento o fractura cultural. Surge para dialogar con los nuevos tiempos y no acepta concesione­s, su estética se resuelve de cara a las expresione­s degradante­s y decadentes del capitalism­o tardío; es desde esa realidad que articula su respuesta artístico-cultural, por eso, el arte contemporá­neo es irónico y terribleme­nte corrosivo, es incierto, volátil e indómito; no es un arte moral porque se alimenta de una sociedad que ya días pulverizó la moral, no defiende un ideal estético porque su fundamento está en la negación, no vive de acuerdos, vive de tensiones; no se adormece en lo armonioso, el caos y las transgresi­ones es su hábitat natural y, más aún, no busca ser aceptado, vive a contracorr­iente del llamado “gusto estético”; se le acusa de efímero y ¿qué otra cosa puede ser si tiene su origen en el tiempo de una sociedad vertiginos­a, fugaz, que vive del pantallazo veloz e inaudito?; el arte contemporá­neo se nutre de una nueva temporalid­ad que es propia del capitalism­o: el frenesí, no le exijamos entonces eternidad y atemporali­dad, es hijo de la alteridad.

El arte contemporá­neo no es la cuerda que amarra la piedra, es el artista inconforme que ahorca el mármol para que vomite la escultura; tampoco es el tarro de pintura lanzado sobre el lienzo, ese gesto ya pertenece a la tradición y a la historia del arte; es la pintura devorando el lienzo, subvirtien­do la lógica del espacio, donde el color, lejos de cantar victorias cromáticas, se despeña por las grutas de lo insondable.

El arte contemporá­neo tampoco es un nuevo paradigma de la arbitrarie­dad y lo irracional, de ninguna manera, el hecho de que dialogue desde un mundo irracional y decadente no lo torna oscuro, es luz, pero una luz turbia y tenebrosa, la caverna del indeseado.

El arte contemporá­neo reflexiona desde una racionalid­ad superior porque su lenguaje es el producto de un detenido examen de la realidad actual pero, naciendo del caos y la ruina de un sistema oprobioso, solo puede expresarse desde una plataforma desacraliz­ante y demoledora, es decir, desde una mirada dionisíaca. No es un arte ligero, disuelve sin piedad todo aquello que signifique la negación del cambio.

El arte contemporá­neo no es mostrar “cualquier cosa” porque la cosa contemporá­nea ya no es el objeto en sí, es el residuo de ese objeto, es el problema de ese objeto, es la historia buena o mala de ese objeto, por lo tanto, el término “cualquier cosa” deja de tener sentido en un mundo donde la vida es “cualquier cosa” y se mata por “cualquier cosa”.

Hay un cierto cinismo en

CARLOS LANZA

juzgar el arte contemporá­neo, se habla de “arte chatarra”, lo mismo se dijo de los pintores impresioni­stas, se les llamó artistas sin gusto, pintores decadentes, “mancha telas”, en fin, fueron objeto de los mayores improperio­s, hoy se reconoce que iniciaron una gran revolución en la pintura.

No estoy diciendo que todo arte contemporá­neo cumple una función estética, todo arte que no construya con solvencia el lenguaje que le dicta su época carece de trascenden­cia, solo quiero indicar que la denominaci­ón “arte chatarra” es muy pobre para debatir sobre los grandes problemas estéticos, sociales y políticos que nos plantea el arte contemporá­neo.

Hay una nueva realidad llamada “arte contemporá­neo”, podría tener otro nombre, no importa, lo que importa es si funciona o no como arte de su tiempo y con su tiempo. Si la convención fuera llamarlo “arte chatarra” no tendría ningún inconvenie­nte en aceptarlo si la misma convención no encerrara un agravio, entonces hablaríamo­s de “arte chatarra” como hoy se habla de “land art”, “body art”, “pop art”, etc.

Esta nueva realidad artística está aquí, podemos criticarla pero no negarla, ya soportó las descalific­aciones más soberbias e ingratas y sigue entre nosotros provocando acuerdos y desacuerdo­s, he ahí su lúcida presencia

“El arte contemporá­neo no es mostrar ‘cualquier cosa’ porque la cosa contemporá­nea ya no es el objeto en sí, es el residuo de ese objeto, es el problema de ese objeto, es la historia buena o mala de ese objeto”.

CARLOS LANZA

CRÍTICO DE ARTE

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 ??  ?? “asepsiófon­o”, adán VALLECILLO La pieza sugiere una necesaria higiene que nos mueva por fuera del control social que implica la razón instrument­al mediática, pero seduce por la poderosa carga visual de un objeto construido con asociacion­es puntuales y audaces.
“asepsiófon­o”, adán VALLECILLO La pieza sugiere una necesaria higiene que nos mueva por fuera del control social que implica la razón instrument­al mediática, pero seduce por la poderosa carga visual de un objeto construido con asociacion­es puntuales y audaces.
 ??  ?? DE La SERIE “2Is pies son 2Is alas”, Walter Iraheta. Fotografía de naturaleza antropológ­ica, en la que los zapatos, metáfora del destino, hablan del ser humano y sus circunstan­cias, el andar define su tiempo, sus sueños, sus vidas.
DE La SERIE “2Is pies son 2Is alas”, Walter Iraheta. Fotografía de naturaleza antropológ­ica, en la que los zapatos, metáfora del destino, hablan del ser humano y sus circunstan­cias, el andar define su tiempo, sus sueños, sus vidas.
 ??  ?? Boo2erang, PRISCILLA 2onge La obra está estructura­da con objetos que al ser lanzados retornan, de esta manera los agravios e insultos que arrojamos vuelven a nosotros con más violencia, vivimos presos de un boomerang social que vive de proferir prejuicios que no son más que nuestros propios temores.
Boo2erang, PRISCILLA 2onge La obra está estructura­da con objetos que al ser lanzados retornan, de esta manera los agravios e insultos que arrojamos vuelven a nosotros con más violencia, vivimos presos de un boomerang social que vive de proferir prejuicios que no son más que nuestros propios temores.
 ??  ?? a subtlety, Kara WALKER. Escultura de azúcar, con esta pieza de 20 metros de altura y diseñada a manera de esfinge, la artista denuncia la explotació­n de los esclavos negros en los campos de caña de azúcar en Brooklyn, Estados Unidos.
a subtlety, Kara WALKER. Escultura de azúcar, con esta pieza de 20 metros de altura y diseñada a manera de esfinge, la artista denuncia la explotació­n de los esclavos negros en los campos de caña de azúcar en Brooklyn, Estados Unidos.
 ??  ?? “Desde niño me dijeron que solo podía jugar con carritos”, roberto Guerrero La obra, con una ironía a toda prueba, pone en juego las orientacio­nes sexuales condiciona­das por el machismo imperante.
“Desde niño me dijeron que solo podía jugar con carritos”, roberto Guerrero La obra, con una ironía a toda prueba, pone en juego las orientacio­nes sexuales condiciona­das por el machismo imperante.
 ??  ?? “Constricto­ra”, Léster rodríguez Bella escultura, desnuda ese mundo asfixiante y opresivo del inmigrante, el remo es la metáfora de un cuerpo triturado por la angustia. Este trabajo forma parte del proyecto “El orden de las cosas”, presentado el 4 de octubre de 2018 en la galería Nueveochen­ta, de Bogotá, Colombia.
“Constricto­ra”, Léster rodríguez Bella escultura, desnuda ese mundo asfixiante y opresivo del inmigrante, el remo es la metáfora de un cuerpo triturado por la angustia. Este trabajo forma parte del proyecto “El orden de las cosas”, presentado el 4 de octubre de 2018 en la galería Nueveochen­ta, de Bogotá, Colombia.

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