Diario El Heraldo

Retratos de relaciones inhumanas

Hoy reseñamos “Las relaciones inhumanas”, un muy buen libro de relatos escrito por el hondureño Jorge Medina García

- Crítica popular

El tiempo es corrosivo. Las relaciones humanas no son inmunes a su efecto y siempre se corre el riesgo de que lleguen a ese estado sartreano en que “El infierno son los otros”. Justo en este punto están las situacione­s que se plantean en los diez cuentos que comprende “Las relaciones inhumanas” (Jorge Medina, Editorial Universita­ria, 2017).

A diferencia de otros libros que hemos reseñado, estos son relatos modestos, sin demasiado artificio estructura­l, y en ellos predomina el oficio primigenio del narrador: contar una historia. Están marcados por el tono y los giros del lenguaje popular, un sentido del humor negro -aunque dosificado­que matiza las vivencias de los personajes y porque se desarrolla­n en un universo en el que predomina una inocencia rural, incluso cuando el escenario es un aeropuerto.

La mutación y la pesadilla

Otros libros del autor son “Desafinada serenata”, “La dignidad de los escombros” (ambos de cuentos) y “Memorial del blasfemo” (novela).

En “El retorno del cazador”, por ejemplo, a veces atisbamos los actos de un viejo cazador y otras veces el triste presente de un donjuán envejecido y sin encanto en un mismo personaje que muta de un párrafo a otro. Los “Convenient­es” es una especie de relato horror cotidiano en que asistimos al ejercicio de canibalism­o emocional en que se ha convertido una relación de pareja, muy parecido a la que sucede en la película “¿Quién le teme a Virgina Woolf?”, aunque mucho menos urbano.

La “Vuelta a casa” es una pesadilla con caballos que hunden sus cascos en el lodo, un puñal enterrado en la espalda y el hallazgo de la mujer amada amándose en la cama con otro. La víctima, en un último gesto de teatralida­d tragicómic­a, trata impotente de arrancarse el cuchillo y luego muere miserablem­ente ante los culpables.

A veces la línea entre el relato y la arenga es tan débil que pueden confundirs­e en un mismo texto, esto caracteriz­a a “El viajero unionista”, donde un personaje, en el que una risa molesta se ha convertido en estribillo ( jiar, jiar, jiar), desde la palestra de la sala de espera en un aeropuerto diserta sobre la falta de orgullo y hasta las carencias de la infraestru­ctura hondureña.

El problema del final

Una cosa curiosa de este libro es que al terminar cada relato encontramo­s la palabra “fin”. Esta inútil obsesión con remarcar el cierre no le aporta nada al lector, que sin duda puede darse cuenta sin ella de que la historia ha terminado, a pesar de que a veces los finales son fáciles, tienen un extraño giro hacia la disertació­n moral o se resuelven con un tono demasiado feliz que no coincide con la atmósfera ni las acciones que se han construido en el cuento. La edición, a cargo de la Editorial Universita­ria, mejoraría sustancial­mente si el índice tuviera correctos los números de página o si la ortografía de los nombres de algunos personajes no variara tan caprichosa­mente (en la pág. 112, por ejemplo, encontramo­s Hortencio Cano, y en la 119 nos sorprende Hortensio Cano). Por lo demás, estamos ante un buen libro de relatos, amenos y llenos de una oralidad que resulta encantador­a

 ?? FOTO: TOMADA DE FACEBOOK ?? Jorge Medina (Yoro, 1948) ganó el Premio Único de Novela Corta Centroamer­icana 2012 con “Romance del secuestrad­o”.
FOTO: TOMADA DE FACEBOOK Jorge Medina (Yoro, 1948) ganó el Premio Único de Novela Corta Centroamer­icana 2012 con “Romance del secuestrad­o”.

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