Los precios del café y la posición del mandatario hondureño
En Honduras, la producción del café representa el 5% del Producto Interno Bruto, en términos monetarios implica que unos 29,576 millones de lempiras son producto del café, la segunda fuente de divisas después de las remesas familiares. La producción cafetalera genera, en tiempo de corta, un millón de empleos al año. Los cortadores de café se agencian los recursos para la compra de sus alimentos, vestuario y útiles escolares para sus hijos.
Una particularidad de la producción cafetalera en Honduras es que de los 120,000 mil productores, el 92% son pequeños, que tienen parcelas de menos de cinco manzanas. Es la actividad productiva más beneficiosa en términos de generar una mayor distribución de la riqueza por el volumen de empleos que genera y la cantidad de propietarios que se ven favorecidos con ingresos para su sostenibilidad.
La producción de café no se lleva a cabo libre de riesgos y amenazas, desde hace un tiempo el calentamiento global está amenazando la siembra del aromático en varios países incluyendo Honduras, el contrabando, deslizamiento de la moneda y las enfermedades que atacan las plantaciones hacen un terrible daño a los productores, quienes ven disminuidos sus ingresos, pero lo que más está afectando a los productores, ya no solo hondureños sino de otras partes, son los precios deprimidos en el mercado mundial.
El discurso del mandatario hondureño Juan Orlando Hernández en la pasada asamblea anual de las Naciones Unidas ocupó el mayor espacio de tiempo, denunció la problemática de los productores ante el bajo precio del grano, lo que pone en riesgo a millones de personas en el mundo. Con ejemplos sencillos señaló la injusta relación de precios que se da entre el productor y el consumidor final, que paga valores muy superiores a los que reciben los campesinos por la venta de su producción.
Los llamados que el Presidente de los hondureños hace y que ahora se ha sumado el gobernante de Colombia para sensibilizar a los comerciantes que se encargan de llevar el producto, al consumidor final, es poco probable que sean escuchados. La lógica del comerciante es la ganancia.
Lo que sucede en la caficultura se repite en otro tipo de producción. Cada año, miles de pequeños productores del campo desaparecen al vender su producción de tomates, chile, apio, cebolla y otros a precios irrisorios. En la cadena que se da entre productor y consumidor hay muchos intermediarios que son los que empujan los precios, mientras el primero sigue vendiendo barato, los comerciantes venden caro. Esto es parte de la lógica del llamado libre mercado, mismo que es alérgico a cualquier control de precios. En el mercado capitalista, la ciudad somete al campo y los países desarrollados dominan a los países pobres.
Ningún futuro tienen las naciones subdesarrolladas cuya economía de postre no agrega valores como los productos manufacturados elaborados en las naciones industrializadas, por cuya razón, entre otras, se explica la riqueza e inequidad en el mundo
Cada año, miles de pequeños productores del campo desaparecen al vender su producción de tomates, chile, apio, cebolla y otros a precios irrisorios”.