¡Ahora!
Hasta el mínimo comportamiento transgresor debiera ser penalizado. Sin importar si el proceder irregular sea competencia de legislación penal o de un folleto de reglas de urbanidad. Cada proceder perjudicial a la convivencia respetuosa de los derechos ajenos que no es reprendido, fomenta su recurrencia y en daño creciente. Altera entonces a la sociedad y sin poder predecirse su alcance. La reducción de la criminalidad en Nueva York, en la gestión del alcalde Giulianni, radico en la reacción inmediata al hecho, fuera un tipo de delito o simple falta. Solo para indicar que si el éxodo de compatriotas tiene orígenes irregulares, que no son voluntades desesperadas y espontáneas y si lo son, unas manipuladas y estafadas, de los migrantes, a alguien habrá que deducírsele responsabilidad. Para evitar que normas se infrinjan con las consecuencias conocidas. Pero la represión y antes la prevención, difícilmente impiden la formación de fenómenos sociales, sean cambios beneficiosos o problemas. ¿Cómo controlar la inconformidad y la desesperanza? ¿Y si son alentadas por personas que obtienen de ellas ganancias inescrupulosas? Otra parte mide el efecto en sus bolsillos que tendrán estas columnas de desesperados antes las amenazas trumpistas del cierre de sus fronteras. Pero el castigo a un supuesto promotor no hará regresar a los idos ni variara este remolino de sentimientos que nos agitan cuando vemos a quienes desesperados dejan atrás todo. Qué nación somos para quienes, excluidos de la sociedad, pueden dar su fuerza de trabajo toda su vida y no ver nunca satisfechas sus necesidades básicas ni las de sus hijos. Algo está mal, muy mal. Hay que cambiarlo. La Caravana de Bartolo no es la Carabina de Ambrosio. Habrá resultados, pero son imprevisibles. Que los dirigentes en el poder, en el gobierno y en la supuesta oposición no se confundan. El gobierno no puede manejar la situación nacional. Este momento demanda un Gobierno de Unidad Nacional. ¡Ahora! Mañana es tarde