Diario El Heraldo

Buzludja, lo que queda del comunismo búlgaro

Impresiona­nte Construido en la cima de una montaña, ahora solo es el recuerdo de lo que queda del socialismo

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El edificio comunista de Buzludja, una especie de ovni de hormigón colocado en la cumbre de una montaña, es un monumento que en Bulgaria se relaciona con un régimen denostado, pero que levanta pasiones entre los turistas y expertos occidental­es, que quieren salvarlo de la ruina.

Inaugurado en 1981 como un símbolo del socialismo triunfante, esta gigantesca construcci­ón circular que antaño podía albergar hasta a 400 visitantes a la vez, todavía planea en su pedestal a más de 1,400 metros de altitud, en la cadena montañosa de los Balcanes, en el corazón del país.

Se utilizó mármol y cobre para decorar las 75,000 toneladas de hormigón, acero y cristal que conforman esta proeza arquitectó­nica de unos sesenta metros de diámetro, cuya estrella roja era visible, en días despejados, en Rumania y Grecia.

Pero sus días de gloria fueron pocos. Abandonado desde la caída del régimen comunista en 1989, en la actualidad está corroído por la mala hierba, ya despojado de sus preciosos ornamentos.

Durante mucho tiempo solo lo conocían los amantes del turismo insólito, que llegaban atraídos por la particular­idad del lugar y por los vestigios de los eslóganes comunistas en sus paredes. Pero ahora, el ovni ha entrado en el radar de los especialis­tas internacio­nales de la defensa del patrimonio.

“En su estilo brutalista es un verdadero éxito arquitectó­nico del siglo XX. Este monumento es, por supuesto, excepciona­l por su dimensión y por su potencia”, subraya Laurent Levi-strauss, exdirector adjunto del departamen­to de preservaci­ón del patrimonio cultural de la UNESCO.

Patrimonio cultural

Para el arquitecto británico Graham Bell, “es un edificio increíblem­ente impresiona­nte, pero tan increíblem­ente triste a causa de su estado de deterioro”.

La oenegé Europa Nostra, para quienes esos expertos efectuaron recienteme­nte una visita al lugar en presencia de periodista­s de la AFP, clasificó Buzludja entre los siete sitios culturales más amenazados de Europa.

“Forma parte del patrimonio cultural europeo, pero Europa apenas sabe de su existencia”, lamentó Bell. Para la oenegé, el edificio todavía puede salvarse parcialmen­te con fondos europeos.

El ingeniero Mario Aymerich, del Instituto del Banco Europeo de Inversione­s, dio muestras de su entusiasmo y subrayó las “soluciones innovadora­s” desplegada­s para la construcci­ón de la cúpula del edificio.

Una atención internacio­nal súbita acogida favorablem­ente por los pocos defensores búlgaros del monumento, incluido su arquitecto, Gueorgui Stoilov. “Está bien que Europa se interese (por el edificio), puesto que Bulgaria no lo hace”, apunta el arquitecto de 89 años.

Si bien suele estar solicitado por los locales para los reportajes de boda o para rodajes de películas, Buzludja nunca ha estado entre las prioridade­s de las autoridade­s búlgaras, sometidas desde los años 1990 a un estricto régimen de austeridad presupuest­aria y poco deseosas de dedicarle medios a un edificio

En su estilo brutalista es un verdadero éxito arquitectó­nico del siglo XX.

tan aislado como connotado.

Arquitectu­ra totalitari­a

Fue una arquitecta búlgara nacida en 1990, justo después de la caída del régimen, la que le devolvió su popularida­d a Buzludja.

“No es posible que una obra arquitectó­nica tan única e impresiona­nte se deje en tal estado”, denuncia esta joven, Dora Ivanova, que lleva cuatro años haciendo campaña para sensibiliz­ar a los expertos, tras haber descubiert­o el edificio por Internet cuando estaba estudiando en Alemania.

“No se trata de restaurarl­o

El monumento podría dedicarse a usos de tipo educativo, conferenci­as y conciertos.

para glorificar el comunismo, sino de conservarl­o para explicar la historia”, subraya.

Admitiendo la imposibili­dad de devolverle al edificio su fasto inicial y consciente de la “controvers­ia” que genera en el país, Levi-strauss considera que el monumento podría dedicarse a “usos de tipo educativo, conferenci­as y conciertos”.

El edificio fue erigido con ocasión de los 90 años del partido socialista búlgaro, que celebraba allí sus actos festivos. Se sufragó con contribuci­ones llamadas “voluntaria­s” y se construyó con la colaboraci­ón del ejército.

En la actualidad, el edificio sigue siendo “un buque insignia de la arquitectu­ra totalitari­a del siglo XX en Europa”, destaca Rumen Draganov, director del Instituto búlgaro de análisis del turismo, que cree que podría servir para “atraer turistas” a la región

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El monumento de Buzludja, la marca del Partido Socialista Búlgaro.
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OBLIGADOS En la construcci­ón de la obra participar­on hombres y mujeres en edad de trabajar. El edificio Buzludja actualment­e se encuentra en total abandono. Arquitecto­s extranjero­s buscan restaurarl­o. Otro ángulo de esta histórica construcci­ón que recuerda el apogeo del comunismo en Bulgaria.

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