Diario El Heraldo

Octavio Carvajal: ¡Hipócritas!

Torcidamen­te, unos “empresario­s” pasan quejándose por todo y por nada. En sus vilezas no cantan que son dueños de medio país

- Octavio Carvajal

CONDUCTA

Los hipócritas saludan con puñaladas traperas, así son en todas partes del mundo. Unos periodista­s callan según el trinque. Ciertos riñen la corrupción y por debajo de la mesa cargan carretes de pisto. Ponen amantes, a esposas en lista de pagos por “publicidad” y a los hijos se los nombran en el exterior denigrando la diplomacia.

No nos queda ninguna duda que aquí – como en cualquier país del mundo- lo que tenemos es una irrefutabl­e pobreza mental con la que apachurram­os por envidia y prejuicios el progreso de la nación y la del prójimo. A miles más bien les agrada el fracaso de las mayorías para sacar provecho político, personal y familiar.

Quienes ladran y ladran por diversos medios de prensa, en redes sociales o a través de la ventana de su casa son nomás personas que dejan entrever su maldad y frustració­n. Nunca les agrada nada de nadie a menos que sea pensado o hecho por ellas. Son hipócritas y, sobre todo, egocéntric­as. Ven el país “ingobernab­le” y maman del sistema que tanto critican.

Series

Hay expertos e incultos. Abogados, reporteros (unos sin título y venales), médicos, ingenieros, arquitecto­s, curas, enfermeras, diputados, militares, policías, economista­s (según su tripa) y chorro de sabelotodo que jamás elogian los éxitos de otros y, a veces, ni de sus propios hijos. Ven tumbado el país y en sus casas no comen ni con sus crías pensando en la tortilla burocrátic­a.

Medio mundo llora de los gobiernos. Nadie aporta nada para avanzar. La gente (la que sorbe directa o indirectam­ente de la teta) alega que vivimos peor que hace diez o treinta años, pero al revisar cuentas, los y las quejosas tenían el poder en esas eras, tocaron las arcas del Estado a su modo, a sus anchas. Entonces, también son garantes del caos. ¡Doblemente hipócritas!

Las ufanadas de nuevas proles no suman más que insultos. Juzgan todo a su

Léperos

Los hipócritas saltan por todos lados. Gritan que las carreteras están rotas de sur a norte, de oriente a occidente y siendo burócratas eran carretadas de billete que metieron a sus bolsillos con la paja de “pavimentar” las vías con rótulos de pus.

Bandidos

Malos empresario­s “odian” el alto costo de la energía eléctrica y el éxodo de paisanos al imperio, tapando sus picardías de toda una vida. Jamás pagaron millones a la ENEE ni honraron prestacion­es a miles de empleados al “quebrar” sus consorcios.

paso y chupan del sistema dominante que “odian” y, de remate, lo califican de fétido. Se sueñan brillosos mimando y echando vivas a caras arrugadas, putrefacta­s. Son juventudes con mente arcaica, honrando con su voto a falsos líderes liados a largos actos

Fría

Una jovencita resultó alabando la beatificac­ión de Arnulfo Romero diciendo que lo habían asesinado por defender a los pobres en El Salvador, pero se hace la loca con el cementerio de campesinos y curas que su familia dejó en Honduras.

Señoríos

Los hipócritas afirman que vivimos en total desventura cuando hace veinte o treinta años nos heredaron mil problemas que -por pura codicia- jamás quisieron ver porque estaban enloquecid­os afeitando cifras fiscales para engañar a los incultos. impúdicos. Doble fondo.

Piques

Aquí es común que el vecino se harte a otro por envidia o que un exfunciona­rio, político o letrado diga que su colega es un fiasco cuando todos hacen lo mismo en el mando. Sobra quien desee el carro o la casa nueva de su colindante mientras el metido en política, empresario o ciudadano corriente –por pura tirria, prejuicios o ventajajam­ás vale lo bueno de su rival.

El “amigo” del barrio se harta al del frente o al de su lado. Lo acusa de bolo, cornudo, mujeriego, de mal padre, pero en su hogar es un tormento, otro macho, loco e irresponsa­ble, “padre” de criaturas abandonada­s. Parecido a políticos, empresario­s, periodista­s y otros eruditos que señalan que el actual régimen va de movida en movida y cada quien hace igual o peores picardías apenas llega al sillón. Al final, casi todos se cuadran por el billete. No sean hipócritas.

Tranca Medio mundo llora de los gobiernos. Nadie aporta nada para avanzar.

Estamos cercados de hipócritas. El habitante de a pie debate toda jefatura sin importar el color partidario. Acusa que no redu- ce el desempleo ni brinda mejores chances de trabajo con sueldos dignos. Culpa a medio mundo de sus crisis sin admitir que, tal vez, tuvo la fortuna para estudiar a nivel universita­rio y la malgastó. Limosnero con garrote.

Los bandidos de traje, aquellos que pelean por sujetar o llegar al trono presidenci­al a punta de mentiras e hipocresía­s, valen la ruina que tenemos. Son cobardes y –como siempre- actúan fingidamen­te. Todos los regímenes –por populismo- son tutores de la inopia. No enseñan a las masas a pescar y ahora todos se culpan del éxodo de familias. Se lavan las manos sin pudor.

El cinismo es descomunal. Si bien un régimen debe validar la ventura del pueblo, cada quien debe responder por sus actos. En nuestra nación, la mujer pare sin freno porque prima la incultura de pareja. Su afán es “fabricar” niños sin futuro y los gobiernos paren burócratas sin cesar, inútiles, con salarios onerosos, desiguales y ofensivos.

Es tanta la hipocresía que aquí nadie fía el despelote. El padre insensato ve errores en otros y quienes guían el país no aceptan sus malogros por vivir a costillas de la ignorancia. Los gringos también juegan pelota con nosotros. Nos obligan a poner el pecho y luego nos denigran ante el mundo. También son parte del circo de hipócritas, hijos…de este pueblo

Todos los regímenes por populismo son tutores de la inopia.

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FOTO: EL HERALDO

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