La conciencia en rosa
Octubre, el Mes del Cáncer de Mama, es un período en el que los especialistas, pacientes y miembros de la sociedad promueven exámenes preventivos que salvan vidas.
Es un momento además en el que se producen nuevos conocimientos, terapias y eventos con la finalidad de luchar contra este sufrimiento, como también hay una gran necesidad de informar al igual que actuar pronto con la intención de prevenir. El cáncer de mama es mortal, no obstante, previsible y curable si se detecta a tiempo. Tener conciencia sobre la importancia de la batalla contra este mal y la contienda comienza con cada persona, así como con sus principales armas, que es estar informado, realizarse el autoexamen mensual y la mamografía anual. En nuestro territorio, las escalofriantes cifras paralizan los nervios y dan esperanzas a las estadistas: Una de cada ocho mujeres sufre este terrible daño en Honduras, donde a diario se detectan dos casos nuevos y cerca de 400 pierden la vida en su desafío que padecen cada año. La enfermedad no entiende de razones étnicas o económicas a la hora del impacto que sufre cuando es detectada con un resultado adverso. Este tipo de mal afecta más a las féminas en edad entre los 25 y 50 años, según cifras del Centro de Cáncer Emma Romero de Callejas, institución que atiende al menos el 16% de los casos. De igual modo, este es considerado como una peste del mundo desarrollado, sin embargo, el 69% de las defunciones se registraron en los países en desarrollo. La baja tasa de supervivencia observada en las regiones poco desarrolladas puede explicarse principalmente por la falta de programas de detección precoz que hace que un alto porcentaje de ellas acudan al médico con ya muy avanzada esta anomalía; aunque, también la falta de servicios adecuados de análisis y tratamiento. Hay que mencionar que cerca del 70% de las muertes tienen lugar en zonas de renta media-baja por la insuficiencia poco o nada al acceso a la medicación. El cáncer es, en consecuencia, uno de los padecimientos que refleja la desigualdad socio-económica que tiene metástasis de marginalidad en nuestra patria que no está preparada con miras a combatirlo, donde el acceso a los métodos con radioterapia no está garantizado para todas las personas. Lastimosamente la sanidad pública es una calamidad con diagnósticos de agravarse cada año y las autoridades se hacen de la vista gorda, ya que no les interesa apostar por una nación saludable, sino que enferma. Somos una región oncológicamente subdesarrollada. De allí es que la Organización Mundial de la Salud (OMS), que pidió más recursos y especialización médica para los gobiernos y sus propias instituciones. Por otra parte, a fin de sanar la burocracia estatal y la corrupción cancerígena que ataca a estas pseudodemocracias en desarrollo, no queda más que las estrate- gias de detección precoz recomendadas por las naciones con una alta sensibilización que son el conocimiento de los primeros signos y síntomas, así como el autoexamen de mama. Debemos promover el control en el marco de los programas nacionales. La investigación y la concientización son claves para encontrar una cura a los pacientes, puesto que todos debemos participar y denunciar las malas prácticas médicas como la mala administración de recursos del Estado que pueden salvar una vida, pero se sabe que al gobierno no le importa la salud de sus ciudadanos. Hay que tener una conciencia rosa, contra los que la tienen negra. No podríamos hacer frente a estas duras estadísticas sin la participación de la sociedad
El cáncer es, en consecuencia, uno de los padecimientos que reflejan la desigualdad socioeconómica que tiene metástasis de marginalidad en nuestra patria”.