Fórmula Arria
El derecho internacional de las naciones, como disciplina en constante movimiento, requiere, por eso mismo, de instrumentos cada vez más eficaces para atender las situaciones nuevas que demanda la relación de los Estados en tiempos de paz, pero particularmente en eventos de confrontación y enfrentamiento.
Debería, por lo tanto, habilitar mecanismos de asegurada eficacia, atendiendo a su dinámica de permanente construcción y a su naturaleza predominantemente consuetudinaria. Reto difícil por lo que implica el proceso. Y tal pareciera que el empeño de las organizaciones, tratados y convenios, por anticipar y solucionar los conflictos, incluida la que han llamado la diplomacia preventiva, no ha resultado suficiente, sino más bien inocuo. Es como si se tratara de combatir los efectos de la picada de una cobra con acetaminofén. Lo cual de manera alguna demerita lo que se ha conseguido en los escenarios internacionales, ya que el debate debe apuntar a la falta de resultados.
Por eso es que parece, en nuestra opinión, más que oportuno plantear el diseño de nuevos instrumentos que consulten la solución real de los conflictos. Es decir, menos debates, más resultados. Por estos días, en medio de la crudeza humanitaria que soporta la población civil de Venezuela y Nicaragua, sometida a los vejámenes dictatoriales, la ONU planteó la posibilidad de aplicar la reconocida fórmula Arria que busca, atendiendo a su origen, un diálogo directo con los distintos agentes implicados en el conflicto, desde altos representantes de los gobiernos hasta organizaciones internacionales, que facilite a los miembros del Consejo de Seguridad tomar decisiones informales sobre asuntos relevantes.
Como tradicionalmente el hermético Consejo de Seguridad (cinco países miembros permanentes, con poder de veto, 10 no permanentes) se nutre oficialmente de los informes que le suministra la Secretaría General, la fórmula Arria -ese fue el propósito de su creador, 1999 - permite en sesiones informales, pero confidenciales, de todas maneras, el acceso de actores no gubernamentales para escuchar sus apreciaciones sobre los temas en cuestión. Rondas de conversaciones no vinculantes. Cuando la Constitución de 1991 en Colombia, surgida de una Asamblea Nacional Constituyente en la que tuvieron asiento todos los partidos oficiales y de oposición, incluidas las etnias, consagró la Acción de Tutela, se dijo, que con acierto, se había acercado los tribunales al ciudadano de a pie, así con la fórmula Arria, igualmente, se le quitó protocolo y los guantes de seda al tratamiento de los problemas de la comunidad internacional, acercando esa máxima instancia a sus pro- tagonistas, no propiamente oficiales, pero sí afectados por sus efectos. Con la diferencia, de que en el segundo evento, ese acercamiento no obliga ni vincula, y tiene un carácter simplemente informativo. Por lo que la figura pierde eficacia.
Por eso, los máximos órganos en los que se toman las decisiones de relevancia mundial deben rediseñar o instaurar unos nuevos mecanismos, como se ha dicho, para afrontar con absoluto realismo los problemas presentes, porque de otra manera seguirá el maremágnum de decisiones que pueden estar inspiradas con el mayor de los ánimos, pero que en nada contribuyen a que los conflictos se resuelvan de la manera más expedita, consultando los principios universales de equidad y justicia internacionales
La fórmula Arria permite en sesiones informales, pero confidenciales, de todas maneras, el acceso de actores no gubernamentales para escuchar sus apreciaciones sobre los temas en cuestión”.