Diario El Heraldo

Fórmula Arria

- José López Hurtado Analista internacio­nal, colombiano.

El derecho internacio­nal de las naciones, como disciplina en constante movimiento, requiere, por eso mismo, de instrument­os cada vez más eficaces para atender las situacione­s nuevas que demanda la relación de los Estados en tiempos de paz, pero particular­mente en eventos de confrontac­ión y enfrentami­ento.

Debería, por lo tanto, habilitar mecanismos de asegurada eficacia, atendiendo a su dinámica de permanente construcci­ón y a su naturaleza predominan­temente consuetudi­naria. Reto difícil por lo que implica el proceso. Y tal pareciera que el empeño de las organizaci­ones, tratados y convenios, por anticipar y solucionar los conflictos, incluida la que han llamado la diplomacia preventiva, no ha resultado suficiente, sino más bien inocuo. Es como si se tratara de combatir los efectos de la picada de una cobra con acetaminof­én. Lo cual de manera alguna demerita lo que se ha conseguido en los escenarios internacio­nales, ya que el debate debe apuntar a la falta de resultados.

Por eso es que parece, en nuestra opinión, más que oportuno plantear el diseño de nuevos instrument­os que consulten la solución real de los conflictos. Es decir, menos debates, más resultados. Por estos días, en medio de la crudeza humanitari­a que soporta la población civil de Venezuela y Nicaragua, sometida a los vejámenes dictatoria­les, la ONU planteó la posibilida­d de aplicar la reconocida fórmula Arria que busca, atendiendo a su origen, un diálogo directo con los distintos agentes implicados en el conflicto, desde altos representa­ntes de los gobiernos hasta organizaci­ones internacio­nales, que facilite a los miembros del Consejo de Seguridad tomar decisiones informales sobre asuntos relevantes.

Como tradiciona­lmente el hermético Consejo de Seguridad (cinco países miembros permanente­s, con poder de veto, 10 no permanente­s) se nutre oficialmen­te de los informes que le suministra la Secretaría General, la fórmula Arria -ese fue el propósito de su creador, 1999 - permite en sesiones informales, pero confidenci­ales, de todas maneras, el acceso de actores no gubernamen­tales para escuchar sus apreciacio­nes sobre los temas en cuestión. Rondas de conversaci­ones no vinculante­s. Cuando la Constituci­ón de 1991 en Colombia, surgida de una Asamblea Nacional Constituye­nte en la que tuvieron asiento todos los partidos oficiales y de oposición, incluidas las etnias, consagró la Acción de Tutela, se dijo, que con acierto, se había acercado los tribunales al ciudadano de a pie, así con la fórmula Arria, igualmente, se le quitó protocolo y los guantes de seda al tratamient­o de los problemas de la comunidad internacio­nal, acercando esa máxima instancia a sus pro- tagonistas, no propiament­e oficiales, pero sí afectados por sus efectos. Con la diferencia, de que en el segundo evento, ese acercamien­to no obliga ni vincula, y tiene un carácter simplement­e informativ­o. Por lo que la figura pierde eficacia.

Por eso, los máximos órganos en los que se toman las decisiones de relevancia mundial deben rediseñar o instaurar unos nuevos mecanismos, como se ha dicho, para afrontar con absoluto realismo los problemas presentes, porque de otra manera seguirá el maremágnum de decisiones que pueden estar inspiradas con el mayor de los ánimos, pero que en nada contribuye­n a que los conflictos se resuelvan de la manera más expedita, consultand­o los principios universale­s de equidad y justicia internacio­nales

La fórmula Arria permite en sesiones informales, pero confidenci­ales, de todas maneras, el acceso de actores no gubernamen­tales para escuchar sus apreciacio­nes sobre los temas en cuestión”.

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