Con mariachis y velas despiden a joven asesinada en Barcelona
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El viento soplaba fuerte, pero aun así no pudo apagar las velas que sus seres queridos colocaron alrededor de su última morada. En cada una de ellas iban plasmadas oraciones de familiares y amigos de María Estela Izaguirre, la joven hondureña que fue asesinada por su novio en Barcelona, España.
En medio del dolor y la consternación, la familia de la joven entusiasta le dio cristiana sepultura tras dos largos meses de espera y angustia.
La hondureña partió de este mundo en el mes de agosto, cuando fue atacada con arma blanca por su novio tras tener una fuerte discusión por celos.
El violento hecho ocurrió en el distrito de Nou Barris en la casa donde residían en la ciudad de Barcelona, España.
Fue llevada de emergencia a un hospital cercano, pero debido a las heridas de gravedad expiró ocho horas después.
Ella tenía 35 años, sus últimos años los vivió a miles de kilómetros de distancia de sus familiares que residen en la capital de Honduras.
Ella tenía dos años de relación con su novio, Didier Calderón, originario de La Ceiba, Atlántida, quien permanece detenido en España.
María Estela era luchadora y optimista, se fue a España para contribuir a que su familia saliera adelante. La próxima semana María iba a recibir su ciudadanía española, su futuro se miraba con mayor claridad. Ella laboraba cuidando a un adulto mayor, fue él quien le ayudó a tramitar su tarjeta de identidad española.
Despedida
Familiares y amigos rodeaban el féretro, abundaban los arreglos florales y las velas.
Su madre bajó de un vehículo un retrato de María para que todos la recordaran como era ella, una joven alegre y sonriente, optimista y luchadora. Entre la tristeza y el dolor, había un grado de resignación en sus corazones.
Sobre el ataúd, que estaba sellado, había muchas flores. La familia realizó oraciones por el alma de la joven, pidieron que pueda descansar en paz.
Con mariachis se cantó su despedida, por unos minutos se rompió el silencio sepulcral. La hondureña, que llegó repatriada el jueves del viejo continente, fue sepultada en el cementerio San Miguel Arcángel de la aldea Las Casitas del Distrito Central. “Ella era servicial, dispuesta a servirle a todo el que necesitara, ella quería superarse y volver a su país”, expresó su madre, Fidelia Izaguirre.
Agregó que, pese al dolor que siente, es un consuelo que ya la hayan traído y le hayan dado el último adiós
“Iba a venir en diciembre, le habían salido los papeles, la felicidad de ella era que iba a regresar, íbamos a pasar la Navidad juntos, pero eso ya no será”. Al irse la mayoría de las personas que asistieron al sepelio, sus padres y hermanos se quedaron un rato más. De rodillas, mientras colocaba una vela, la madre de la joven le dijo: “¡Adiós, mi amor! Nunca te olvidaré”. Sobre el asesino de su hija mencionó que no guarda rencor: “Que Dios lo perdone”