Diario El Heraldo

Muere Torres Arias, jefe de inteligenc­ia militar en los 80

Tras exiliarse en México, comenzó a denunciar los abusos y crímenes cometidos por Álvarez Martínez

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Con su fallecimie­nto, el coronel retirado Leónidas Torres Arias se lleva hoy a la tumba una gran cantidad de secretos de la historia militar y política del país durante las agitadas décadas de los 70 y 80 del siglo pasado.

Quienes lo conocieron lo definen como un hombre misterioso, inteligent­e, educado, habilidoso, astuto, siniestro, al que le tocó vivir una época difícil. Su reputación comenzó a ser cuestionad­a a mediados de los 70, cuando se le vinculó al asesinato de los esposos Ferrari; sin embargo, esto no afectó su prestigio dentro de las Fuerzas Armadas, a tal extremo que a finales del golpe contra el general Juan Alberto Melgar Castro se le nombró jefe del Departamen­to de Inteligenc­ia Militar (G2) donde rápidament­e estableció una serie de contactos con militares del continente y hasta con la mafia internacio­nal, describen algunos textos.

Como jefe del G2, ya en la administra­ción del general

Policarpo Paz García, se volvió un hombre sumamente poderoso, ninguna decisión se tomaba sin que se le consultara. “En él podemos ver así ejemplarme­nte las evolucione­s, complejida­des, alianzas y giros producidos en los últimos años de dominio militar”, dice un párrafo del libro “Historias no contadas”, publicado por el Centro de Documentac­ión de Honduras (Cedoh) en 1985.

Aunque se le mencionaba en cosas turbias, Torres Arias sobrevivió a todos los hombres de inteligenc­ia de la región sin que se le comprobara algo. Algunos de sus cercanos lo consideran el militar más hábil que ha tenido la inteligenc­ia militar hondureña.

Participó en actividade­s secretas de alto impacto, como la operación clandestin­a “Freezer”, ejecutada en 1981. Esta consistió en congelar el espacio territoria­l hondureño de las acciones de la guerrilla salvadoreñ­a. Junto a otro coronel viajaron a Cuba, vía Panamá, donde se reunieron con los líderes de la guerrilla salvadoreñ­a, y poniendo a Fidel Castro como testigo, firmaron un pacto que consistía en que los guerriller­os no harían acciones en tierras hondureñas y a cambio los militares de este país no los molestaría­n en la frontera. Sin embargo, el compromiso se rompió en noviembre de ese mismo año cuando una facción guerriller­a llamada Fuerzas Populares de Liberación (FPL) dirigidas por Cayetano Carpio rompió el pacto y secuestró al banquero Paul Vinelli. Esto liberó las manos de Gustavo Álvarez Martínez, quien comenzó una persecució­n implacable de los subversivo­s.

Exilio

La disputa del poder militar con Álvarez Martínez desató entre ellos una guerra de baja intensidad donde salieron a relucir las atrocidade­s y la corrupción dentro de las Fuerzas Armadas.

Valiéndose de su alto puesto y poder, Torres Arias impulsó el descubrimi­ento de cementerio­s clandestin­os en La Montañita, donde fuerzas policiales, dirigidas por Álvarez Martínez, habían enterrado delincuent­es comunes. Sin embargo, en marzo de 1982, Álvarez Martínez asumió como jefe de las Fuerzas Armadas y Torres Arias fue purgado y enviado como agregado militar a Argentina, meses después se exilió en México.

Desde aquí comenzó a denunciar internacio­nalmente a los cuerpos clandestin­os que funcionaba­n dentro de las Fuerzas Armadas, así como los abusos, crímenes y desaparici­ones forzadas cometidos por Álvarez Martínez.

Como consecuenc­ia, Torres Arias fue expulsado de las Fuerzas Armadas con baja deshonrosa. En su momento, el Comité para la Defensa de los Derechos Humanos (Codeh) intentó que fuera testigo ante la Corte Interameri­cana de los Derechos Humanos, pero eso nunca sucedió.

Luego se trasladó a vivir a Miami. Hace unos años regresó a Honduras, donde con un bajo perfil se dedicó al negocio de las máquinas tragamoned­as, convirtién­dose en socio de unos inversioni­stas extranjero­s que pusieron una red de casinos en El Salvador, donde un diario publicó un reportaje involucran­do a Torres Arias en el negocio.

La historia de este coronel retirado, rodeado de misterio y que gobernó Honduras durante la administra­ción de Paz García, cuenta, en definitiva, el fracaso militar en la conducción de la política nacional

Torres Arías provenía de la segunda promoción de la Escuela Militar Francisco Morazán.

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FOTO: EL HERALDO Los misterios de una época oscura y sangrienta serán sepultados con el fallecimie­nto del coronel retirado Leónidas Torres Arias.

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