Inocencia e incertidumbre en caravana migrante
En medio de animales, cajas, tubos y ataúdes, los integrantes de la expedición buscan acortar kilómetros entre ellos y Estados Unidos
Varios miles de migrantes centroamericanos llegaron ayer lunes a la ciudad de Guadalajara, en el oeste de México, con el objetivo de avanzar por la costa del Pacífico hacia el norte.
Autobuses interurbanos de Guadalajara custodiados por la policía trasladaron a muchos migrantes desde la frontera del estado de Jalisco hasta el auditorio habilitado para recibirlos. La policía municipal de la ciudad también transportó a varios viajeros en sus camionetas desde la frontera estatal a la cuidad. Después de un mes de caravana, los migrantes se sienten cansados pero no desmoralizados.
José Tulio Rodríguez, un mesero de Siguatepeque, Honduras, que celebró su 30 cumpleaños en el estadio de Ciudad de México, asegura seguir “con fuerza, motivado a soñar con una mejor vida para mis hijas”.
“Uno lo que quiere es avanzar y llegar pronto a la respuesta que necesitamos”. Lo complicado de este tramo, aseguró, es que “las distancias de las ciudades son más largas” pero “gracias al pueblo mexicano no hemos sufrido”.
Rodríguez aspira a reunir dinero suficiente para poder operar a su hija de seis años, Alexa Cristal, de una hernia en el estómago. Lleva una mochila a la espalda, una colchoneta regalada bajo el brazo y por la tarde esperaba que alguien le llevara a Guadalajara ondeando una enorme bandera blanca que lleva manuscrito “la paz y Dios con nosotros”.
Una vez en Guadalajara, los migrantes fueron entrando en el auditorio en dos filas: una para las mujeres, niños y familias, donde personal del DIF -una institución pública mexicana de asistencia social- les registraban. Lázaro Gómez, un doctor del organismo, estimó que para el lunes por la tarde ya habían ingresado en torno a 3,000 personas. Horas antes, la hondureña Karen Martínez, de 29 años y oriunda de Santa Rosa de Copán, fue una de las primeras en salir del albergue de Irapuato con su hermana y sus tres hijos de 6, 11 y 13 años. “Ahí venimos, a ratos llorando, a ratos riendo, pero ahí vamos adelante”, dijo.
Contó que afortunadamente hay más vehículos que los transportan, por lo tanto no tienen que hacer su recorrido a pie, aunque el frío los obliga a salir tapados hasta los ojos. Martínez agradeció el apoyo de las autoridades mexicanas y aunque aún está a 2,500 kilómetros del cruce fronterizo entre Tijuana y San Diego, ve un poco más cerca su sueño.
Las autoridades mexicanas han ayudado a los migrantes a conseguir transporte y aun- que la policía les impidió el domingo que pidieran aventón, sí los ayudó a conseguir camiones que los trasladaran. Un total de 6,531 migrantes atravesaron el fin de semana el estado de Querétaro, según el gobierno local