Bienaventurados los reprobados
Cada vez que termina un año escolar se comienza a revisar las estadísticas distritales, municipales, regionales y nacionales; comienzan entonces las opiniones, las futuras estrategias, los reclamos y, por supuesto, las alarmas: que si aumenta el número de desertores, que si aumenta el número de reprobados, que si los niños y jóvenes de verdad están aprendiendo. Antes de juzgar los hechos es imperativo preguntarse si ha sido solo un año lectivo más o si hubo progreso en la calidad educativa, antes de juzgar una cifra es importante entender por qué y cómo se ha llegado a ella.
Ha sido difícil limpiar la imagen de la educación en Honduras, sobre todo la de las instituciones públicas, aunque muchas privadas no se escapan de esa dudosa reputación. La peor fama que puede tener una institución educativa (al menos en términos académicos) es no evaluar correctamente a sus estudiantes, es decir, que sin los conocimientos y habilidades necesarias el niño o joven pase a un siguiente grado o nivel. Los mecanismos de evaluación propuestos por la Secretaría de Educación sirvieron en los últimos años para una aprobación masiva, lo peor de todo, sin aprendizaje significativo. Para este año ya se propusieron algunas modificaciones para corregirlo.
Al revisar las estadísticas de 2018 y comprobar que en efecto hay un aumento importante de reprobados, antes de decir cualquier cosa es bueno sentarse y meditar. Sí, está mal que en los últimos años haya aumentado la reprobación de estudiantes en el sistema educativo de manera casi sistemática porque quiere decir que hay un fracaso en el aprendizaje y que, por supuesto, el trinomio profesor, estudiante, padres de familia está fallando, sin embargo, sería mucho más alarmante que los niños y jóvenes sin el mínimo de competencias necesarias para enfrentar el siguiente grado o nivel accedieran a él.
Se vuelve una bola de nieve, porque cualquier persona puede suponer que es más difícil corregir un mal aprendizaje elemental en un grado superior, por ejemplo, ¿cómo se corrige en séptimo grado a un niño que no sabe multiplicar o dividir números de varias cifras cuando la malla curricular pide en ese momento estudiar operaciones matemáticas más avanzadas?
Quizá muchos de los reprobados de este año son producto de ese dejar avanzarlos en los grados porque sí, quizá muchos de los reprobados en este 2018 son consecuencia de los ciclos académicos anteriores.
Por eso digo: bienaventurados los reprobados porque de ellos es la segunda oportunidad, la segunda oportunidad de aprender, de demostrarse a sí mismos lo que son capaces de hacer; la segunda oportunidad también para los padres de familia de corregir sus errores; la segunda oportunidad también para los profesores; porque como indiqué antes, esto es un trinomio, una mesa de tres patas y si falla una, toda la mesa se cae. También sean bienaventurados porque no les están mintiendo como quizá en años anteriores.
Dirán los mayores que la educación ha perdido su rigor sobre el conocimiento y no es falto a la verdad, se ha menospreciado la memoria y la repetición, como si no fuese importante, como si no fuese el primer paso para llegar a otras instancias como la comprensión y el pensamiento crítico. Se ha mal entendido la nueva visión educativa.
Francia, para corregirse en el quehacer educativo, ha vuelto a la enseñanza del griego y del latín, y debo decir, por experiencia propia, que no hay nada más memorístico y rudimentario que el aprendizaje de estas lenguas. En otras palabras, ha vuelto al ejercicio rudimentario.
Quiero pensar que el aumento de reprobados se debe a un aumento en el nivel educativo o a que por lo menos a muchos por primera vez les están diciendo la verdad sobre su rendimiento académico
Dirán los mayores que la educación ha perdido su rigor sobre el conocimiento y no es falto a la verdad, se ha menospreciado la memoria y la repetición, como si no fuese importante, como si no fuese el primer paso para llegar a otras instancias como la comprensión y el pensamiento crítico”.