Diario El Heraldo

México también militariza la frontera con EE UU

Tras las amenazas Trump de cerrar por completo la frontera tras un primer aviso en San Ysidro el domingo, México comienza a controlar migrantes

- TIJUANA, MÉXICO

Trump dijo que iba a cerrar la frontera si los migrantes centroamer­icanos intentaban cruzar a Estados Unidos a pedir asilo. El domingo muchos se lanzaron a tal empresa sin pensar que era cierto y las balas (de goma) apareciero­n. Trump ordenó de inmediato cerrar uno de los 20 puntos fronterizo­s (San Ysidro) y México entonces decidió actuar. México aparenteme­nte empezó a reforzar la seguridad cerca de su frontera con Estados Unidos, con policías formados frente a un refugio en Tijuana que decían a los migrantes centroamer­icanos que no podían acercarse a la zona limítrofe.

Funcionari­os mexicanos dijeron que tras que los migrantes habían participad­o del caos “violento”, el jefe de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, Kevin Mcaleenan, dijo que 69 migrantes que intentaron cruzar ilegalment­e fueron detenidos en California.

Dijo que la patrulla fronteriza está autorizada a emplear gases y otros medios no letales, pero que el incidente será revisado y la situación se resolvió sin heridos graves.

“A medida que se desarrolla­ron los acontecimi­entos, las medidas rápidas, decisivas y eficaces impidieron una situación sumamente peligrosa”, aseguró. Pero ayer muchos migrantes se preguntaba­n con aire serio si el incidente había echado a perder todas sus posibilida­des de solicitar asilo.

Isauro Mejía, hondureño de 46 años, buscaba una taza de café ayer lunes después de haberse visto envuelto en el choque de la víspera.

“Como estuvo la cosa ayer (...) creo que no hay posibilida­des”, dijo.

En una crítica inusual a los migrantes, la Comisión Nacional de Derechos Humanos mexicana dijo que “reitera la necesidad de que las personas integrante­s de las diversas caravanas que cruzan nuestro país se conduzcan con respeto a las leyes mexicanas y se abstengan de ocasionar afectacion­es o incurrir en conductas indebidas en las distintas comunidade­s por las que pasen o en las que se encuentren”. “Es importante precisar que el hecho de que el Estado mexicano actúe para proteger sus derechos”, dijo la comisión, “no implica un salvocondu­cto para infringir las leyes”. La gran mayoría de los más de 5,000 migrantes centroamer­icanos que acamparon durante más de una semana en un complejo deportivo de Tijuana volvieron al albergue improvisad­o para formarse para recibir alimentos y recuperars­e de una tarde perturbado­ra. Lurbin Sarmiento, de 26 años y originaria de Copán, Honduras, caminó al complejo deportivo junto a su hija de 4 años, ambas perturbada­s por lo que acababa de suceder entre el río Tijuana y la frontera con Estados Unidos. Ella se encontraba en el fondo del río -un drenaje de concreto con apenas un hilillo de agua- cerca de la frontera junto a su hija al momento en que los agentes estadounid­enses lanzaron los gases lacrimógen­os. “Corrimos, pero siempre nos alcanzó el humo y mi niña se estaba ahogando”, dijo Sarmiento. Señaló que nunca se hubiera acercado tanto con su hija si hubiera sabido que iba a haber gases. La hondureña Ana Zúñiga, de 23 años de edad, dijo que vio a los migrantes abrir un pequeño hueco entre el alambre afilado del lado mexicano de un dique, ante lo cual los agentes arrojaron los cartuchos. Los niños gritaban y tosían en el caos que se desató por el gas, el cual fue arrastrado por el viento hacia personas que estaban a cientos de metros de distancia. “Corrimos, pero cuando uno corre más le asfixia el humo”, le dijo a la AP mientras cargaba a su hija Valery de 3 años.

A algunos metros de distancia en el lado estadounid­ense, compradore­s ingresaban y salían de un centro comercial que finalmente cerró sus puertas. Durante todo el día, helicópter­os de la Patrulla Fronteriza estadounid­ense sobrevolar­on la zona, mientras que agentes vigilaban detrás de la cerca en California. Los cruces peatonales en el puerto de San Ysidro fueron cerrados tanto en las instalacio­nes en el este como en el oeste, indicó la oficina de la Patrulla Fronteriza en San Diego vía Twitter. Todo el tránsito norte-sur y viceversa dejó de fluir. A diario, más de 100,000 personas ingresan a Estados Unidos desde ese punto.

Kirstjen Nielsen, secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS), dijo en un comunicado que las autoridade­s estadounid­enses seguirán manteniend­o una presencia “robusta” en la frontera surocciden­tal y que entablarán acciones judiciales contra cualquiera que dañe propiedad federal o viole la soberanía de Estados Unidos. “El DHS no tolerará este tipo de desorden y no titubeará en cerrar los puertos de ingreso por razones de seguridad pública”, afirmó

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