Diario El Heraldo

Del Estado laico al Estado teocrático

- Mario R. Argueta Historiado­r

La separación de las competenci­as y atribucion­es Iglesia y Estado fue una conquista debida a Morazán a partir de 1829 cuando vence al conservadu­rismo guatemalte­co e inicia una década de transforma­ciones jurídicas, políticas y económicas en la República Federal de Centroamér­ica.

La reacción conservado­ra eventualme­nte abolió de los textos constituci­onales centroamer­icanos tal logro, restaurado a partir de 1876, en el caso hondureño, al acceder al poder Soto y Rosa, implantand­o la Reforma Liberal. La Constituci­ón de 1880 eliminó de su preámbulo la invocación a la divinidad, reintroduc­ida en la de 1957; decretó la libertad de cultos, separó la Iglesia del Estado, secularizó los cementerio­s, abolió el diezmo, asumió el registro de nacidos y difuntos, el matrimonio civil fue declarado el único válido legalmente, pudiendo ser disuelto mediante el divorcio.

El Código de Instrucció­n Pública (1882) estableció la educación en tres niveles: primario, medio y universita­rio, decretando la educación pública con carácter gratuita, laica, obligatori­a.

Pese a que la Constituci­ón vigente (1982) en su artículo 77, párrafo 2do, ordena que ni sacerdotes ni pastores evangélico­s pueden ejercer cargos públicos ni realizar propaganda política invocando motivos religiosos o valiéndose como medio para tal fin de las creencias religiosas populares, presenciam­os campañas entre élites políticas, empresaria­les y religiosas para reforzar un modelo excluyente, corporativ­ista y patrimonia­l que incluye abolir el laicismo. El titular del Legislativ­o presentó propuesta el 21 de noviembre para suprimir el segundo párrafo de la disposició­n constituci­onal que contempla la restricció­n para los ministros de las diversas religiones, iniciativa respaldada por el Consejo Apostólico de Honduras y la coalición de ministerio­s apostólico­s (EL HERALDO, 28 de noviembre de 2018, p. 12).

Voces opuestas rechazan tal pretensión, entre ellas la del reverendo Mario E. Fumero: “Respetemos el Estado laico, porque es una garantía para nuestras libertades, y el pastor o líder religioso que quiera ser político, que renuncie al ministerio porque como dijo Jesucristo, no se puede servir a dos señores...” (La Tribuna, 24 de noviembre de 2018, p. 4).

Cada vez más frecuentem­ente presenciam­os actos públicos asistidos por funcionari­os gubernamen­tales con dirigentes religiosos en las llamadas “jornadas de oración”, mismas que deberían estar confinadas a los templos, sin representa­ción oficial estatal.

Se impulsa la “teología de la prosperida­d” individual por el fundamenta­lismo evangélico, local, estadounid­ense, brasileño, condenando la “teología de la liberación”, proclamada por la Conferenci­a de Obispos Latinoamer­icanos en Medellín (1968), vista hoy como “subversiva”. Monseñor Romero fue una de las víctimas de esa visión que inculca el conformism­o y la pasividad ante el status quo.

Ramón Rosa en Constituci­ón Social de Honduras afirmó: “La instrucció­n religiosa debe reservarse al hogar doméstico y al sacerdocio. El Estado no debe proporcion­arla”

Cada vez más frecuentem­ente presenciam­os actos públicos asistidos por funcionari­os gubernamen­tales con dirigentes religiosos en las llamadas ‘jornadas de oración’, mismas que deberían estar confinadas a los templos, sin representa­ción oficial estatal”.

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