Nicaragüenses siguen yendo a Costa Rica
Miles de ciudadanos de ese país buscan mejores oportunidades en su vecino del sur
Cuando estallaron las protestas antigubernamentales en Nicaragua, el médico Romel Meléndez se involucró de lleno en atender a los jóvenes manifestantes en las barricadas de su comunidad La Concepción, en el departamento sureño de Masaya. Pero meses más tarde, cuando el gobierno lanzó la “operación limpieza” que erradicó las barricadas, el médico de 51 años debió abandonar su consultorio, la universidad donde daba clases cerró y perdió su empleo en un hospital público. Por si fuera poco, la persecución lo obligó a buscar refugio en Costa Rica en agosto pasado, junto a sus tres hijos adultos, todos involucrados en las protestas. El caso del médico ilustra un fuerte movimiento migratorio que comenzó en Nicaragua al intensificarse la represión contra las protestas desatadas el 18 de abril contra el presidente Daniel Ortega, y que persiste pese a que las manifestaciones han disminuido. Derechos Humanos calcula que al menos 320 personas han muerto en la represión de las protestas. “Venimos aquí solo para preservar nuestra vida, pero si mañana hay un cambio en Nicaragua mañana mismo nos vamos”, comentó Meléndez. Datos del gobierno costarricense citados por la CIDH indican que, hasta setiembre pasado, 52,000 nicaragüenses ingresaron a Costa Rica y se han quedado en este país. “Esta migración tiene características muy similares a la que llegó (a Costa Rica) de Nicaragua hace 40 años, en la década de 1970, cuando el régimen autoritario de Anastasio Somoza Debayle aumentó la represión”, comentó el politólogo Alberto Cortés, un estudioso de la migración nicaragüense. En esos años Costa Rica recibió a figuras como los escritores Sergio Ramírez y Gioconda Belli, los músicos Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy, y los entonces guerrilleros Humberto y Daniel Ortega