La educación y los desarrollos tecnológicos
La educación es la piedra angular para el desarrollo integral de las personas así como de los países y, conscientes de esto, los líderes mundiales han incorporado dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) el objetivo número 4, que contempla: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Los ODS reconocen los avances que se han logrado en el campo de la educación, pero están conscientes que aunque la matrícula en la educación primaria en los países en desarrollo ha alcanzado el 91%, todavía hay aproximadamente 57 millones de niños sin escolarizar y que más de la mitad de ellos viven en el África subsahariana; que se estima que el 50% de los niños en edad de recibir educación primaria, pero que no asiste a la escuela, vive en zonas afectadas por conflictos y que en el mundo, 103 millones de jóvenes no tienen un nivel mínimo de alfabetización. Superar esos escollos, que podríamos llamar elementales, representa de por sí un enorme reto, el cual se vuelve aún más complejo si consideramos los cambios que están y continuarán generando la tecnología y el hecho que la gente vive más años. Desde la Revolución Industrial en el siglo XVIII, la tecnología ha cambiado el mundo, eliminando y creando nuevos puestos de trabajo y transformando el panorama económico-social. La tecnología, el mejoramiento de las condiciones de vida y los avances en la medicina también han producido un cambio radical en la composición demográfica. A prindel cipios del siglo XX, la expectativa de vida media a nivel mundial era de 31 años y hoy es de 69 años. Y lo anterior no sucede únicamente en los países desarrollados; avances tecnológicos como el celular o la internet son rutinarios en todo el mundo. Según la Organización Panamericana de la Salud, la expectativa de vida en América Latina y el Caribe aumentó de una media de 29 años en 1900 a 74 años en 2010, por encima promedio mundial. Esto implica que, al igual que en el mundo desarrollado, habrá un crecimiento en los empleos que no podrán ser robotizados. Se necesitarán médicos y enfermeras, empleados administrativos especializados y más hospitales para atender la demanda de servicios de la gente mayor. Es decir, menos demanda de trabajo rutinario y más del que necesita un desarrollo de habilidades tecnológicas, creativas y de interacción social. Para complicar el panorama, la globalización ha acentuado la informalidad en el mercado laboral de América Latina, la que según la OIT es de 47%, dando como resultado trabajadores que no contribuyen ni tienen cobertura social o previsional, para quienes los estados tendrán que buscar alternativas de solución. Para los países como Honduras se presentan retos importantes no solo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo en los temas de educación básica y asegurar la permanencia estudiantil, sino que impartir el tipo de conocimiento que los jóvenes necesitarán para competir en un mundo donde la revolución tecnológica implicará cambios importantes en el conocimiento y en las habilidades para desempeñar un empleo. ¿Tenemos los educadores y los sistemas para ello? Y no se trata de ciencia ficción, en Honduras tenemos que entender las transformaciones anteriores y hacer los ajustes en nuestros sistemas educativos para que nuestros jóvenes puedan adaptarse a este mundo cambiante y no digamos para los que aspiran a lograr su sueño americano. Será de la única forma en que nuestro país también podrá avanzar en la ruta del desarrollo sostenible. ¿Están conscientes nuestros dirigentes o seguirán actuando motivados por sus propios intereses?
A fines del siglo XX la robotización industrial y la revolución electrónica y digital sustituyeron a obreros, oficinistas (...)”.