Jutiapa, el colorido y mágico hogar de los peces
La producción de peces ha logrado convertir a Jutiapa en un lugar que se queda para siempre en el corazón de las personas que descubren este fascinante sitio
Al menos 35 kilómetros son los que hay que recorrer de Tegucigalpa a Jutiapa, Francisco Morazán, una zona productora y con un exquisito clima, donde Dennis Omar Álvarez Elvir, de 49 años, encontró una forma diferente de ganarse la vida.
Los peces son su fuente de ingreso con la que ha logrado educar a dos de sus hijos en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) en las carreras de Ingeniería en Sistemas y la Licenciatura en Finanzas; otros dos están en proceso de formación.
Un fascinante jardín
Su patio es una zona de ensueño en la que en lugar de tener maíz, frijoles o fresas -cultivo por el que antes se caracterizaba el sector- hay seis estanques donde crece y se reproduce su valiosa materia prima.
“La producción de peces es uno de mis mejores ingresos y a la vez mi hobby (distracción) favorito porque me gustan mucho los animales”,
expresa con orgullo Álvarez Elvir mientras contempla a sus peces.
Mencionó que “por la altura que tenemos aquí se producen peces de clima frío como el goldfish, koi, black moor y los carpas”.
Rentable
Al preguntarle si la producción de peces es rentable, este apasionado piscicultor con mucha seguridad respondió que este tipo de producción es mucho mejor que la de hortalizas y flores debido a que “aquí no hay ningún tipo de problemas ni en invierno ni en verano, porque ninguno de los climas les afecta a los peces, en cambio a las hortalizas sí”.
Precios cómodos
El encanto de los peces es tal que muchos turistas que tienen la oportunidad de conocer y adentrarse en esta granja de peces no pueden salir con las manos vacías, pues se ven sumamente tentados a adquirir, uno, dos, tres... y por qué no, hasta cuatro coloridos peces.
Así como las especies y colores varían, así de variado es el precio. Todo depende del tamaño y la clase que los visitantes decidan llevarse a la casa. “Pues mire, los precios rondan entre 30, 45, 60, 80 y 90 lempiras, el más caro anda en 400, pero es porque la especie lo requiere, así como ese koi que ve ahí”, detalló mientras señalaba un enorme estanque en el que el acelerado e inquieto movimiento de los peces no se detenía