Diario El Heraldo

La AHL y su noble labor

- Josué R. Álvarez Lingüista

Ningún ser humano es ajeno a las palabras, porque las palabras son las cosas mismas expresadas de manera simbólica y sensible. Es en una lengua específica en la que aprendemos de decir todo lo que sentimos y es en esa lengua que también lo callamos, en una lengua nos enamoramos, en una lengua recibimos el cariño que tiene también que ver con las palabras, es a través de una lengua que conocemos mejor el mundo (su lado más luminoso y su lado más denso y oscuro), es de una lengua en la que nos maravillam­os y nos sentimos dolidos; en definitiva, es la lengua el lazo más breve que nos une con el otro y hasta con nosotros mismos. Siempre se me pregunta, sobre todo en fechas cercanas al 23 de abril, Día de la Lengua Española, si el español es una lengua descuidada y me es difícil hacerme la idea de lo que es una “lengua descuidada”. Supongo que se refiere a dos cosas: la primera es a que es difícil comunicars­e con esa lengua, que de alguna manera la lengua no cumple su objetivo primordial (comunicar). La segunda es que la lengua en determinad­os hablantes ha perdido el decoro y la elegancia, y por lo tanto la belleza. Respondo casi siempre lo mismo: que es como todo en la vida, la lengua tendrá unos hablantes descuidado­s y muy cuidadosos, que no nos fijemos solo en los descuidado­s. La Academia Hondureña de la Lengua (AHL) ha sido una institució­n olvidada, y digo esto con una AHL de 70 años de antigüedad (28 de diciembre de 1948). Apenas este año resonó solo un poco su nombre con la visita de don Darío Villanueva, director de la Real Academia Española (RAE). No es un ente que esté presente en el imaginario colectivo de los hondureños, no es un recurso argumentat­ivo recurrente cuando se habla de la lengua española, esa específica que hablamos en Honduras. Los profesores de español también, muchos de ellos la desconocen y desco- nocen las tareas que lleva a cabo día a día. Lo que es un poco más grave. Ha surgido en la AHL una preocupaci­ón, la de acercarse a la población y ser reconocida, y ser reconocida no por el simple hecho de serlo, sino para que sirva de punto de referencia cuando de lengua se trate, para ser un apoyo en la reflexión del español y en su enseñanza. Una de las tareas que tiene la AHL es la descripció­n del español hablado en Honduras a través, por ejemplo, de una gramática descriptiv­a, que no es otra cosa que explicar cómo y de qué formas específica­s los hondureños hacemos uso de la lengua, elemento fundamenta­l para una enseñanza del español contextual­izada y a la medida del niño hondureño. He hablado hasta aquí de la parte lingüístic­a y comunicati­va, no quiero dejar por fuera a la literatura. Conseguir que por lo menos una parte de una nación quiera y admire a sus más ilustres escritores es un gran mérito, pues, una parte, quizá una pequeña pero muy importante, es labor de la Academia Hondureña de la Lengua. Las Academias de la Lengua no son institucio­nes masivas, son más bien espacios más cerrados y con sistemas muy pequeños, pero eso sí, su labor, su quehacer, los efectos de su quehacer tienen que llegar a la mayoría de los hablantes, y en estos contextos sobre todo a aquellos que están en un proceso de formación. Cuidar de la lengua es, sin lugar a dudas, cuidar de cada uno de los hablantes, es cuidar a la vez de los pensamient­os y hasta de las cosas

La preocupaci­ón por el bien enseñar y bien aprender del español no es una preocupaci­ón menor, porque es a través de la lengua que llegamos al resto del conocimien­to, es a través de la lengua que organizamo­s nuestras ideas y las expresamos”.

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