Gobierno austero y sin corrupción
En julio de 2018, Andrés Manuel López Obrador cambió la dirección de México al ser electo como el primer presidente de izquierda en la historia reciente. Desde su campaña política prometió un gobierno austero y sin corrupción, promesa que dejó clara en su juramentación. Tomó posesión el 1 de diciembre, donde dio el inicio a la llamada cuarta transformación para garantizar un Estado de derecho, además de acabar con la corrupción, la impunidad y anteponer el beneficio de los pobres ante los intereses de grupos de poder. AMLO, como también es conocido, prometió separar el poder económico del poder político y afirmó que no gastará más de lo que ingrese a la hacienda pública. El mandatario izquierdista dijo que crearía mayores oportunidades de empleo para los jóvenes mexicanos, especialmente al dar a conocer que son los más afectados por la falta de oportunidades. En su discurso también dijo que construiría el Tren Maya y más aeropuertos para el país azteca.
Lo que más ha llamado la atención de los mexicanos es la prohibición para que los funcionarios públicos utilicen aviones o helicópteros privados, incluso puso a la venta el mismo avión presidencial que había adquirido su antecesor Enrique Peña Nieto. AMLO indicó que convertiría la casa de Los Pinos en un museo, pues no viviría en ella. También afirmó que los 8,000 elementos del estado mayor presidencial que cuidaban al presidente y los 3,200 agentes de gobernación que se dedicaban al espionaje pasarían a formar parte de la guardia nacional. Otra de las iniciativas aplaudidas por AMLO, en apenas 26 días en su cargo, es el acuerdo al que llegó con Estados Unidos para reducir la migración irregular a través de creación de empleos. México dijo que invertiría en los estados fronterizos con el país norteamericano e incluso prometió garantizar los derechos humanos de los desplazados y que crearía visas de trabajo para los migrantes, especialmente al conocer la crisis de la caravana que salió de Honduras, Guatemala y El Salvador a inicios de octubre. Tras conocerse en diciembre que Estados Unidos no permitiría que los migrantes permanezcan en esa nación el tiempo que se resuelvan sus casos de asilo, el gobierno de López Obrador dijo que los aceptaría en su país por “humanidad”, pero que no firmaría ningún acuerdo que no conocieran.