Diario El Heraldo

El diálogo o el fraude por otros medios

- Roque Castro Suárez Docente de la UNAH

Las elecciones de 2017 son particular­mente históricas. Primero porque el candidato del Partido Nacional, Juan Orlando Hernández, logró imponer su reelección desde el control absoluto de los poderes del Estado frente a la cual no se logró articular una oposición que pudiera impedirla. En segundo lugar, y como respuesta a lo anterior, por primera vez en la historia del país se formó una alianza a nivel presidenci­al, lo cual indica también un grado de madurez política en los sectores de oposición. Y en tercer lugar, porque nunca se habían cuestionad­o tanto unos resultados electorale­s, nunca se habían ofrecido con tanta demora unos resultados, nunca se había revertido una tendencia que daba como ganador al candidato de la oposición, y nunca se había conocido que los votos rurales fueran tan determinan­tes. Por otro lado, nunca una misión de la OEA había cuestionad­o tanto el manejo de unos resultados electorale­s e, incluso, recomendar su repetición. Además, nunca se había conocido que un sistema de informátic­a (soporte del manejo de los datos) se cayera tantas veces. En cuarto lugar, nunca unos resultados de una elección habían sido tan protestado­s. Así la oposición se lanzó a las calles, la indignació­n llevó al saqueo de tiendas y negocios (o la coyuntura fue, por unos pocos aprovechad­a para ello; algunos infiltrado­s para desacredit­ar la protesta o para justificar una mayor represión, otros para obtener algún artículo a veces combinado con indignació­n). Consecuent­emente vino la represión con un saldo de detenidos y asesinatos. Otra vez, como en el 2009, los militares y policías son determinan­tes en sostener el orden político cuestionad­o. No es casual entonces que exista una correspond­encia entre la democracia más frágil de Centroamér­ica y el gran poder militar-autoritari­o. Así también el país más pobre de América Latina, según la Cepal, tiene el gasto militar más alto de Centroamér­ica. Y mientras la llamada caravana de migrantes revela la calamidad de las mayorías, unas pocas familias con patrimonio neto superior a 30 millones de dólares promedio ingresan al año 16,460 veces lo que ingresa una persona promedio situada en el 20% más pobre de la población según Oxfam. En quinto lugar, nunca un candidato a la presidenci­a del Partido Liberal, en la historia de la democracia reciente, había desconocid­o también los resultados de las elecciones generales. En sexto lugar, en menos de una década se vuelve a tener una crisis como la de 2009, incluso para ser llamada por algunos analistas como “golpe electoral”. Estas dos crisis nos recuerdan el calificati­vo de Edelberto Torres de las “democracia­s malas de Centroamér­ica”, aunque por lo apuntado la nuestra sea la peor. Así el conflicto que parece llevar al cambio democrátic­o hace la transición más larga y cargada de involucion­es. En este contexto surge la propuesta del diálogo. El diálogo como criterio de verdad y no para ocultarla. Como dice Vattimo: “No es cuando tenemos la verdad que nos ponemos de acuerdo. Es cuando nos ponemos de acuerdo que encontramo­s la verdad”. Si se admite que el diálogo es una cualidad de la democracia, y por tanto amplía la política, no la reduce como muchas veces se ha querido pensar, entonces no se pueden desconocer resultados. En el caso de Honduras, después de las protestas de noviembre-diciembre de 2017 y enero 2018, había mucha presión por el diálogo, “dialoguen” parecía ser la consigna y el consenso (como ha ocurrido también en otros momentos de crisis, se recurre al método mágico del diálogo sin que se conozcan resultados importante­s) más como método y pensando menos en los resultados sobre todo, como en este caso, sin resolver el origen de la crisis. Prediálogo se decía en parte por los desacuerdo­s, pero también para ganar tiempo. El diálogo “nació muerto” porque los participan­tes no tenían capacidad de decisión o porque no existe vinculació­n de los acuerdos con una agenda que pudiera respetarse y ejecutarse en la actual gestión. Además, no hay acuerdo sobre los grandes temas. El diálogo que la democracia requería era inviable por la ausencia del principal partido de oposición, luego de la disolución de la alianza, en tanto era la mayor fuerza política que no reconoció la elección de Juan Orlando Hernández. En estas condicione­s, este último solo podía legitimars­e. Las denuncias y los hechos recientes (sobre narcotráfi­co, corrupción y hasta la crisis migratoria como telón de fondo) parecen fortalecer la hipótesis de que el hombre no se jugaría su partido en esta cancha. Entonces el diálogo para encontrar la verdad no era posible porque el fraude parece ahora más probable que nunca

El diálogo como criterio de verdad y no para ocultarla. Como dice Vattimo: ‘No es cuando tenemos la verdad que nos ponemos de acuerdo. Es cuando nos ponemos de acuerdo que encontramo­s la verdad’”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras