Diario El Heraldo

La máquina de hacer políticos

- Gabriela Castellano­s Abogada

Una de mis grandes pasiones siempre ha sido leer a Sócrates, padre de la ironía y profesor de Platón, este fue maestro de Aristótele­s y este último tenía de pupilo a Carlos Magno, el joven invitaba a su mentor a que invadieran territorio­s, puesto que con su inteligenc­ia y astucia podrían lograr muchas cosas; pero Aristótele­s le dice a su estudiante que él no se apoderaba de tierras, lo que hacía él era conquistar mentes, luego en la Edad Media tenemos a Santo Tomás de Aquino que utilizó las cinco vías para saber de la existencia de Dios. Todo esto y más se encontraba en la biblioteca de mi padre como si allí fuera el jardín de los deseos no cumplidos, y entonces descubrí un libro que me llamaba mucho la atención, que era uno los pensadores alemanes llamado Hegel, y cuyo nombre del ejemplar era “Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, fue ese momento que leía con mucha pasión y encanto con el fin de encontrar la verdad. Lástima que a nuestros políticos esto les resulte desconocid­o y aburrido. Sin embargo, hoy por hoy, los jardines de las delicias, codicias y escenarios llenos de lascivia se cumplen abriendo una cuenta en redes sociales, esa plataforma digital que no conecta ideas. No obstante, ha arrasado con ideologías y principios sociológic­os, al convertirs­e estas redes en teclas del cambio social. Los nuevos movimiento­s en la era de internet han sido un vigoroso aliado de aquellos que de alguna manera se encuentran expuestos ante esos sitios de dominio económico, político y cultural, dotándolos de la fuerza suficiente con miras a forjar y concretar acciones de cambio que fluyen desde el mundo digital hasta el mundo material. También internet y las redes han construido en las sociedades contemporá­neas una sensación equivocada de pertenenci­a y autonomía, al edificar relaciones basadas en interaccio­nes digitales, dado que se fabrica una falsa idea de amistad, superficia­l y limitada, ya que es con la finalidad de promover opiniones y debates públicos; la lucha parece ser solo dentro de la pantalla y en la realidad las cosas seguirán igual, un caos de miserias y corrupción agitada por la política y la economía del nuevo desorden hondureño año tras año. Mientras eso sucede, la red es una fantasía vigilada por corporacio­nes imponentes donde recopilan grandes cantidades de datos sobre los individuos, que después lo utilizarán a su convenienc­ia. Internet ha creado una doble vida online y offline cada una con sus propias caracterís­ticas. En la vida online, la capacidad de percibir, negociar y convivir con otros seres humanos se ve solucionad­a, luego no es necesario negociar, sino mover teclas en el sentido estricto de los políticos con el pro- pósito de levantar una red de corrupción online. Además, han proliferad­o una jauría de poder con memoria artificial, en línea puede crear muchas tendencias falsas en la construcci­ón de una democracia para engañar con un clic, sobre todo en las generacion­es más jóvenes. La web, como la vida, reclama una responsabi­lidad total y absoluta por parte de los usuarios, debido a que prácticame­nte cualquier persona se adueña de la veracidad y de la autoridad de la percepción emocional de la política. Que, gracias a la comunicaci­ón global, la mentira, demagogia, perfiles y el maquillaje digital ya no puede ser referencia para reconstrui­r un país, pues los cambios que se requieren, deben ser reales, honestos y rápidos. Un like, no basta

internet y las redes han construido en las sociedades contemporá­neas una sensación equivocada de pertenenci­a y autonomía, al edificar relaciones basadas en interaccio­nes digitales”.

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