Diario El Heraldo

Pasos cebra, túneles y puentes

- José Adán Castelar Periodista

Tuvo que reaparecer la espantosa muerte en la calle para que se hablara otra vez del peligro mortal de los transeúnte­s. La jovencita universita­ria que murió atropellad­a frente a la UNAH en Tegucigalp­a, conmocionó a todos y volvió la mirada hacia el puente peatonal cercano al lugar del accidente; en medio de la turbación se dijeron muchas culpas, ciertas ideas y pocas soluciones.

Los de la alcaldía capitalina, que pendulan en la inconformi­dad popular, salieron a darse un paseo por calles y avenidas, para acallar incontenib­les voces de protesta, frenéticos reclamos e imputables señalamien­tos, al anunciar obras de infraestru­ctura: puentes peatonales, túneles en los bulevares, pasos de cebra, reductores de velocidad y cosas parecidas.

Pero las obras públicas serán solo inútiles monumentos si el comportami­ento sigue igual, desde el conductor insensato hasta el peatón temerario.

Conciencia­r a todo mundo de respetar las normas de tránsito requerirá de un esfuerzo titánico; solo hay que ver que al día siguiente del accidente frente a la universida­d, ya estaban los muchachos cruzándose confiadame­nte por debajo del puente, como si la muerte ya no asustara.

Si nos salimos un poco de las ciudades para registrar la tragedia en las carreteras, las cifras escalofría­n, más de 1,100 personas falleciero­n el año anterior por accidentes viales, es la segunda causa de muerte en el país; y al repasar las causas se concluye pesaroso que la mayoría de los decesos se pudo evitar: conductore­s a exceso de velocidad, otros alcoholiza­dos, algunos distraídos con el celular y el somnolient­o incontrola­ble.

Con ánimos revueltos e indignació­n, la gente exivarios ge a la municipali­dad más obras, seguras y eficientes; y aunque no se niega la pereza, apatía y temeridad del ciudadano, algunas excusas son verdaderas: evitan los puentes peatonales por el miedo a los asaltos, las estorbosas ventas ambulantes, la inmundicia, algunos beodos y ciertos sospechoso­s.

También han pensado en túneles, que necesitará­n iluminació­n y vigilancia permanente, si quieren evitar el pánico de los usuarios que vaya más allá de la claustrofo­bia, y es que algunos creen que pasará lo mismo que en los puentes peatonales, eso sí, se salvarán de la lluvia o del quemante sol.

Por supuesto que la autoridade­s considerar­on la solución más fácil y barata: los fastidioso­s túmulos; son tan molestos que en Argentina y Uruguay los llaman “lomo de burro”; en Colombia, Venezuela y Nicaragua es un “policía acostado”; los panameños son más severos al nombrarlos “policía muerto”; y más gráficos en Bolivia y Perú, les dicen “rompemuell­es”, porque, ya se sabe, destruyen la dirección y la suspensión de los vehículos.

Está claro que esos topes en calles y bulevares también atrasarán a los bomberos, las ambulancia­s y la Policía. Y si antes nos quejábamos por el paisaje lunar de los baches, ahora los túmulos y esas bandas consecutiv­as en las calles, que llaman reductores de velocidad, golpearán la estructura de los carros como una infatigabl­e almádana. Los pasos cebra, esas franjas en las calles que algunos creen decoración, funcionan muy bien en otras partes, solo es cuestión de educar a todo mundo para que los peatones crucen por ellos y que los conductore­s no se detengan encima; aunque se dice fácil, conciencia­r sobre esto será un desafío supremo. Pues, bueno, la Alcaldía también pretende pintarlos por todos lados. Pasa igual en toda Honduras, y además de la infraestru­ctura, será difícil construir la conciencia ciudadana de respeto a las normas de tránsito, para que la vida no se vaya con las prisas, la imprudenci­a y la nada

Pero las obras públicas serán solo inútiles monumentos si el comportami­ento sigue igual, desde el conductor insensato hasta el peatón temerario”.

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