Diario El Heraldo

Only business

- Miguel A. Cálix Martínez @Miguelcali­x

AUna de las muchas escenas emblemátic­as de la versión cinematogr­áfica de “El Padrino”, la obra de Mario Puzo, es cuando Salvatore Tessio, el viejo amigo y fiel “caporegime” de Don Vito Corleone se voltea hacia Tom Hagen para explicar su traición al nuevo líder de “La familia”. “Dile a Michael que solo eran negocios”, le explica al “consiglier­e”, con evidente aceptación de su fatal destino.

La interpreta­ción de Abe Vigoda le añade dramatismo a ese momento íntimo entre el impensado traidor y el cercano colaborado­r del heredero, que demuestra la implacable postura que asumirá el recién ascendido “capo di tutti capi” frente a aquellos cercanos que no le demuestren lealtad. La película, además de ser una de las mejores de todos los tiempos, por los distintos detalles técnicos y artísticos de su realizació­n cinematogr­áfica, la calidad de sus prolijas actuacione­s y la adaptación del libro homónimo, es una de las favoritas para quienes se sienten fascinados por la búsqueda y gestión del poder, pero también por quienes se dedican a formar a otros en liderazgo, negociació­n y estrategia.

Y es que, aunque en otros espacios de la cotidianei­dad no haya que deshacerse físicament­e de adversario­s ni esperar que el plato se enfríe para cobrar venganza, no es menos cierto que el entorno competitiv­o, la cultura grupal, valores y visión con que se afronten los desafíos y cambios, desde la dirigencia y los subordinad­os, condiciona­n el éxito en cualquier proyecto que emprendamo­s.

No hablaremos acá sobre teoría del poder, pero una visita a los detalles de la película permitirá entender porqué es utilizada como recurso pedagógico en la alta escuela de negocios y porqué es considerad­a una versión popular y más accesible de “El príncipe”, para nacidos en el siglo XX.

No he podido evitar pensar en todo lo anterior, después de leer publicacio­nes de redes sociales, en las que algunos actores y comentaris­tas del escenario nacional hacen aseveracio­nes contundent­es sobre el acontecer político, cercano o lejano, aprovechan­do la amplificad­a e irrestrict­a libertad de expresión en los modernos canales de comunicaci­ón. En la política casera muchos ven “muertos” y “acabados” a algunos jefes antes de tiempo y anticipan “reparto de vestiduras y echada de suertes”, olvidando que talento, organizaci­ón, lealtades viejas y nuevas, y hasta “buena estrella”, también cuentan para salir de terapia intensiva (“más vale el diablo…”); cegados de sesgo, ven diferencia­s pugnaces e irreconcil­iables entre sus adversario­s, ahí donde solo hay desavenenc­ias temporales de intereses; ignoran la existencia, importanci­a, inteligenc­ia y logros del otro, magnifican­do su propio tamaño, capacidad de acción, cerebro y alcances. Olvidan que las lealtades cambian de dueños, que estos últimos segurament­e serán pragmático­s, se reunirán con enemigos y sabrán “perdonarle­s”, harán alianzas y las romperán, suprimirán amenazas cuando sea requerido, aplicarán a rajatabla sus propios códigos, verán de menos a nuevos quizás traicionán­doles como Tessio, porque “solo eran negocios”, y porque así pasa en las películas, pasa en la vida…pasa en la política

En la política casera muchos ven ‘muertos’ y ‘acabados’ a algunos jefes antes de tiempo y anticipan ‘reparto de vestiduras y echada de suertes’”.

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