Los jóvenes, presente del mundo y de la Iglesia Católica
Actualmente, en el mundo hay aproximadamente 1,800 millones de jóvenes entre 16 y 29 años de edad, es decir, un 25 por ciento del total de la población mundial estimada en 7,500 millones. Los desafíos y retos que enfrentan hoy día los jóvenes son muy diferentes a los que experimentaron las generaciones del siglo pasado, en donde la unidad familiar era más arraigada y la educación en valores humanos y académicos eran una prioridad.
Los jóvenes de hoy en día, además de confrontar los asuntos propios de su juventud, se enfrentan a los desafíos de transitar por un mundo marcado por un acentuado deterioro de las relaciones afectivo-familiar y la distorsión de la espiritualidad. El fenómeno de la globalización, más allá de sus connotaciones económicas, ha impactado en todos los ámbitos de la cultura.
La Iglesia quiere tener una nueva actitud más activa y acogedora hacia los jóvenes, que no son el futuro, sino el presente. Es un hecho que la Iglesia a través de los jóvenes se encuentra con el mundo de hoy. La Iglesia necesita personas que, animadas por la fe, sepan comprometer su vida en la evangelización. Los jóvenes pueden, con su presencia y su palabra, ayudar a la Iglesia a “rejuvenecer su rostro”. Ellos son el termómetro para saber dónde estamos como comunidad y sociedad.
Con ellos se podrá visualizar cómo hacer más visible y creíble el Evangelio en el mundo. Si bien la complejidad de los problemas sociales, económicos, políticos y ambientales de hoy en día es un desafío importante, también ofrece enormes oportunidades para que los jóvenes muestren sus fortalezas como una fuerza de autoorganización con el potencial para la innovación y para abrazar el cambio.
En el transcurso de las últimas cuatro décadas se han registrado dos momentos de suma relevancia en favor de los jóvenes. El primero tuvo lugar en el año 1985, cuando el Pontífice San Juan Pablo II (1978-2005) instituyó las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), las cuales se realizan cada año en todas las diócesis del mundo, con un evento especial en el Vaticano los Domingos de Ramos. A su vez, cada tres años se realiza una Jornada Internacional en diferentes lugares del mundo, la más reciente tuvo lugar en Ciudad de Panamá en el mes de enero del año en curso.
Un segundo momento ha tenido lugar bajo el pontificado del papa Francisco. Con una visión novedosa e innovadora, él reconoce que “la Iglesia está en deuda de escucha con los jóvenes” por lo que ha hecho un firme llamado a “la creatividad y a tener acciones inteligentes para llevar esperanza a los jóvenes”.
Para el Pontífice, “los jóvenes sienten que la Iglesia no los entiende en su originalidad”. “Una Iglesia que no escucha, que se muestra cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, no puede ser creíble, especialmente para los jóvenes, quienes inevitablemente se alejarán en lugar de acercarse”. La Iglesia quiere ponerse a escuchar las voces, la sensibilidad, la fe y también las dudas y críticas de los jóvenes. La Iglesia clama para ellos un acompañamiento espiritual, esencial para el discernimiento y la vida cristiana.
Con este telón de fondo, el papa Francisco convocó el Sínodo de los Obispos sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, realizado en octubre de 2018. Un sínodo es un encuentro de todos los obispos del mundo en el que se habla de los temas que más interesan a la Iglesia en un determinado momento. Cabe señalar que el sínodo sobre los jóvenes es el “primero en su género” de una lista de 28 que han tenido lugar desde septiembre de 1965, fecha en que fue instituida esta modalidad sinodal.
El papa Francisco eligió esta temática con el objetivo de “apostar con más intensidad y convicción por los jóve-
La Iglesia quiere tener una nueva actitud más activa y acogedora hacia los jóvenes, que no son el futuro, sino el presente”.
nes y su papel en la Iglesia”. Con la presencia de 267 obispos provenientes de los cinco continentes y 49 oyentes, comprometidos en el campo de la pastoral juvenil, entre ellos 36 jóvenes con edades entre 18 y 29 años, se dieron cita en el Vaticano para debatir sobre los “cambios que afectan a la juventud, la fe y el discernimiento vocacional”. Algo importante a destacar de este evento eclesial fue la amplia ronda de consultas con una nutrida participación de jóvenes: Cuestionario sobre la Pastoral Juvenil; Una encuesta online la cual recopiló las respuestas de más de cien mil jóvenes; Reunión presinodal sobre los jóvenes con la participación de trescientos jóvenes procedentes de los cinco continentes. Este evento eclesial le permitió al Papa escuchar en persona “las opiniones y críticas sobre la Iglesia de parte de los jóvenes”. Las numerosas contribuciones personales fueron sintetizadas en el Documento de Trabajo del Sínodo, en el cual centraron la reflexión los obispos.
Como actividad postsinodal está previsto un Foro Internacional de Jóvenes (junio de 2019) para compartir criterios sobre la recepción y asimilación de las recomendaciones planteadas por el Sínodo.
En síntesis, la presencia de los jóvenes marcó una novedad: a través de ellos resonó en el Sínodo la voz de toda una generación. La Iglesia debe apoyar a los jóvenes, hablar con ellos y hacerlos protagonistas de la evangelización, para que sean embajadores de la fe con sus coetáneos. Todo indica que llegó el momento de preguntarse ¿qué tipo de pastoral juvenil se requiere para el hoy y para el mañana? Es imperativo configurar un “nuevo modelo pastoral” para poder responder de manera asertiva a las inquietudes juveniles. Para tal fin, las propuestas derivadas del Sínodo de los Jóvenes, como de la JMJ Panamá 2019, sin duda alguna son una fuente idónea para definir las líneas de acción que guiarán la pastoral juvenil durante los próximos años