Una política cafetalera
El café es el principal producto de exportación de Honduras. Eso todo el mundo lo sabe. Es la principal fuente de divisas, solo por abajo de las remesas que mandan los miles de migrantes en su mayoría indocumentados que viven en los Estados Unidos. Son más de 1,300 millones de dólares los que aporta a la economía por concepto de exportaciones. No cabe duda que las cifras son espectaculares para la macroeconomía nacional, no así para la gran mayoría de las 120,000 familias que trabajan y dependen del rubro. Las condiciones de vida de estas familias no son para nada favorables. A pesar de ser el cimiento del sector, son los productores los que menos reciben los beneficios del rubro (cuando está en bonanza) y los más golpeados, cuando no lo están, tal es el caso actual que enfrentan una de las más drásticas caídas de los precios del grano en el mercado internacional. Eso ha disparado las alarmas de los pequeños productores que han salido a reclamar cambios en las políticas administrativas del gremio cafetalero y que se auditen los fondos manejados por el Instituto Hondureño del Café (Ihcafé), en particular de más de 1,000 millones de lempiras de préstamos (653 millones que desembolsó la Secretaría de Finanzas mediante decreto 124-2002, y de 25 millones de dólares (unos 600 millones de lempiras) que les retuvieron a los productores en los últimos siete años de cosecha. Frente a lo que sucede al interior de uno de los rubros pilares de la economía nacional y de millones de hondureños y hondureñas que dependen del mismo, no queda más que dar un paso hacia la atención de estos reclamos por parte del gobierno y los gremios que manejan las instituciones del sector. Sin duda, las actuales autoridades deben abrir los libros a una revisión exhaustiva para saber en qué han sido invertidos los dineros de los productores e impulsar las reformas que garanticen la gobernanza del gremio, empezando por dar al Consejo Nacional del Café las atribuciones que la ley establece, como la de ser el órgano encargado de formular la política cafetalera del país. El manejo transparente del sector, sin la intervención de los grupos políticos de turno en el poder, serán la única garantía de permanencia de un gremio de tanta importancia para la economía naciona