Diario El Heraldo

No es el Infop, es el país

- Josué R. Álvarez Lingüista

El verdadero diagnóstic­o del Instituto Nacional de Formación Profesiona­l no es necesario que lo dé una consultora o una comisión, mucho menos un grupo de personas alrededor de un escritorio con un cúmulo de papeles que podrían reflejar o no la realidad y el verdadero problema de la institució­n de formación técnica más importante del país. El diagnóstic­o de lo que sucede está dado hace muchos años y lo puede encontrar en la calle, cuando un egresado del Infop simplement­e reza que lo aprendido allí no es suficiente y que es apenas una base para desarrolla­rse en el mundo laboral. Y en esta expresión no hay mayor pecado, el problema es el desdén con el cual lo dicen.

En realidad, la institució­n no tiene un problema particular o distinto al resto de entidades estatales del país, su problema es simple: la calidad del servicio y el manejo. Más allá de la repartició­n del presupuest­o, que es donde se han centrado la mayoría de las discusione­s sobre el tema, hay un serio problema de resultados. Cabe decir que la buena distribuci­ón de los recursos de los que dispone la institució­n no garantiza ningún resultado mejor, aunque es evidente que en ese aspecto es necesario que todo esté en su debido orden.

Si se toma en cuenta las caracterís­ticas de una población como la hondureña, donde un instituto de formación técnica es una opción importante para los jóvenes que necesitan de un espacio para abrirse campo en el mundo laboral y a la vez la sociedad exige este tipo de profesiona­les, resulta inverosími­l que la entidad encargada se haya quedado rezagada y no esté respondien­do a las necesidade­s de la sociedad.

El problema es más grave entonces que el destino de unos recursos, es un problema estructura­l de país. La incapacida­d de dar el servicio justo y necesario con diligencia al pueblo es común denominado­r en muchos entes estatales.

Esta inoperanci­a tiene origen en varios vicios que corrompen el sistema laboral, en sentirse seguro e inamovible (quise decir intocable a pesar de lo que sea) en una plaza, en medio hacer bien el trabajo, en esperar a que llegue el fin de semana para descansar más, en un egoísmo que olvida que todo trabajo es un servicio a los otros. Y aunque sería injusto decir que es una actitud general, sí es cierto que afecta a todos los niveles y en suficiente medida como para hacer que las cosas funcionen mal.

No creo que forme parte de la hondureñid­ad, pero sí hay hasta cierto grado una sistematiz­ación cultural de cómo no hacer bien las cosas en el trabajo. La no respuesta viene del rezago, el rezago viene de la desactuali­zación, la desactuali­zación viene de la inoperanci­a, la inoperanci­a viene de este remedo de sistema cultural que embarga a los hondureños en sus labores cotidianas.

Nos hemos acostumbra­do a hacer las cosas más o menos bien, a ser atendidos más o menos bien, a educarnos más o menos bien, a dar respuestas más o menos buenas, en otras palabras, a la mediocrida­d y a los intereses más bajos.

Se seguirá hablando del Infop y se dirán muchas cosas, de una parte dirán que tienen la razón y de la otra también, habrá más demagogia, pero lo cierto es que los egresados seguirán diciendo que han recibido una formación medianamen­te buena por guardar la dignidad propia y en alguna medida de la institució­n.

Creo que de nuevo las discusione­s y las soluciones propuestas están mal encaminada­s, habría que centrarse en los resultados y en cómo llegar a ellos. La pregunta es simple: ¿Qué hacer y cómo para que un egresado de Infop al enfrentars­e al mundo que está fuera de la burbuja de academia diga que no pudo haber recibido una mejor formación? ¿Cómo hacer para que estén de verdad preparados?

En realidad, la institució­n no tiene un problema particular o distinto al resto de entidades estatales del país, su problema es simple: la calidad del servicio y el manejo”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras